28.3.14

"El rey Lear" es un ejemplo ilustrativo del proceso de renuncia o dejación por el que los hombres se trasladaron desde un mundo de "posiciones sociales", o "papeles", a un mundo de "empleos".

Marshall McLuhan

El rey Lear viene a ser un minucioso relato de hechos en los autos del proceso en el que unas personas se trasladan desde un mundo de "papeles" a un mundo nuevo de "empleos". Es este un proceso de renuncia o dejación que no se produce súbitamente, a no ser en la imaginación de un artista. Pero Shakespeare vio que se produjo en su época. No hablaba del futuro. Sin embargo, el viejo mundo de las posiciones sociales o papeles había continuado sobreviviendo como un fantasma, del mismo modo que, tras un siglo de electricidad, el occidente todavía siente la presencia de los viejos valores del alfabetismo, la vida privada y la independencia personal.
Kent, Edgar y Cordelia están "desfasados", por decirlo al modo de W. B. Yeats. Son "feudales" en su absoluta lealtad, que ellos consideran simplemente natural a sus papeles. En tales papeles no ejercen autoridad o poderes delegados. Son centros autónomos. Como señala Georges Poulet en sus Studies in Human Time (pág. 7): "Para el hombre medieval, pues, no había solamente una duración. Había duraciones, alineadas una sobre otra, y no solo en la universalidad del mundo exterior, sino también en él mismo, en su íntima naturaleza, en su propia existencia humana." El plácido hábito de configuración, que había durado varios siglos, sucumbe con el Renacimiento ante las secuencias continuas, lineales y uniformes del tiempo, el
espacio y las relaciones personales. Y semejante mundo de posiciones sociales y proporciones se ve súbitamente sustituido por un nuevo mundo lineal, como en Troilo y Cressida (III, III):
Sigue el camino trillado;
que la senda del honor
es tan estrecha que apenas
pasar de frente se puede.
Una vez en él, mantente,
que tiene la emulación
mil hijos que, uno tras otro,
te perseguirán. Si cedes
o rodeas hacia un lado
desde el centro del camino,
todos se abalanzarán
como la marea en flujo
y te dejarán postrero.

En el siglo XVI, la idea de una segmentación homogénea de personas, relaciones y funciones solamente pudo aparecer como la disolución de todos los vínculos del sentido y de la razón. El rey Lear ofrece una demostración completa de la sensación que produciría vivir en plena transición del tiempo y espacio medievales al tiempo y espacio del Renacimiento, de un sentido inclusivo del mundo a un sentido exclusivo. La nueva actitud de Lear respecto a Cordelia refleja exactamente la idea de los reformadores acerca de la Caída de la naturaleza. Dice poulet (pág. 10): También para ellos, tanto el hombre como la naturaleza estuvieron animados por la divinidad. Para ellos también hubo un tiempo en que la naturaleza y el hombre participaron en el poder creador... Pero, para ellos, aquel tiempo ya terminó. El tiempo en que la naturaleza era divina estaba ahora reemplazado por el tiempo de la naturaleza caída; caída por su propia falta, por el acto libre a consecuencia del cual se apartó de su origen, se separó de su fuente, negó a Dios. Y desde aquel momento, Dios se retiró de la naturaleza y del hombre.
Lear es completamente explícito al definir a Cordelia como una puritana:
Despósela el orgullo, que ella llama llaneza.
Los reformadores, al dar tanta importancia a la función del individuo y a la independencia, no podían ver, naturalmente, la razón de ser de todas las formalidades propias de la posición social, impersonal por completo. Sin embargo, para el espectador resulta claro que es precisamente la dedicación de Cordelia a su papel tradicional lo que la deja tan indefensa ante el nuevo individualismo de Lear y de sus hija?:
Amo a Vuestra Majestad
conforme a mi deber; ni más ni menos.
Bien sabe Cordelia que la fidelidad de su papel es tanto como "nada" en términos del nuevo y estridente individualismo. Poulet describe (pág. 9) este nuevo mundo como "no otra cosa ya sino un inmenso organismo, una gigantesca red de intercambios e influencias recíprocas, animado, guiado interiormente en su evolución cíclica por una fuerza en todas partes la misma y perpetuamente diversificada, que pudo llamarse indiscriminadamente Dios, Naturaleza, Alma del Mundo o Amor".

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