31.3.12

La arquitectonalidad del psicogeografiquismo o los jeroglíficos de la deriva

de Hakim Bey

(in memoriam Guy Debord)

Oscuras & misteriosas grutas en las que ellos entran, imitando serpientes - espacios de retorno a una intimidad que alguna remota vez fue hecha trizas por la memoria - por la simultanea reiteración y tardanza de la memoria — esa facultad de la conciencia humana “más cercana a lo divino”. Pero ¿acaso no dicen que “perdonar es humano, olvidar es divino”? En el ritual de la reiteración o la “remembranza” (dhikr) de los sufíes, uno olvida el “yo” precisamente para recordar el Yo; — así, re-membrar es borrar la separación, & esta borradura es una especie de olvido. (En ciertos edificios Islámicos claves, como la Alhambra, la reiteración del dhikr en la forma de texto caligramático se convierte en la definición misma del espacio construido, como dispositivo mnémico o como “Palacio de la Memoria” – no ornamento, sino la base misma o el principio-de-la-precipitación-del-cristal de la arquitectura).

“Ya que nosotros somos Jesucristo,” como se jactó uno de la Hermandad del Espíritu Libre, “la única preocupación es que lo que ya es perfecto en nosotros debería ser reiterado…” Este proceso, sin embargo, lleva a un des-aprendizaje paradójico – por lo tanto, a una pérdida del temor – para que uno pueda “dejarse llevar por los sentidos naturales, como un pequeño niño”. Ahora, la caverna simboliza inconsciencia; - la meta, sin embargo, no es perderla, sino recapturar aquello que el inconsciente separó de nosotros, aquello que la conciencia “malcrió”. Así, dentro de la gruta oscura misma, la memoria debe ser paradójicamente inscrita – imágenes claves son reiteradas (literalmente repetidas en algunos casos por un sobre-dibujo palimpséstico o incisivo) – imágenes que representan la intimidad perdida como un panteón de animales (“con los cuales es bueno pensar”) – cada animal un gozo especial o función “divina”. Así, la caverna se vuelve el primer espacio arquitectural intencional, la intersección de lo inconsciente (el éxtasis de la “Naturaleza”) & lo consciente (memoria, reiteración).

Desde Platón se nos ha enseñado a reverenciar la anamnesis – pero descendamos a la caverna pre-Platónica, a la gruta paleolítica, para recobrar la dialéctica positiva de la amnesia – sin la cual la memoria deviene simplemente una maldición, coagulando finalmente como Historia (el grado cero de la memoria como sofocación): la primera ciudad (Çatalk Hüyük) ya está organizada como una cuadrícula, la antítesis misma de la estética a-morfa de la gruta, sus asombrosos y serpenteantes espacios, sus derretidas estalactitas y estalagmitas – su organicidad (que es a pesar de todo expresada como vida mineral). Las ciudades de Sumer & Harappa fueron diseñadas igualmente como cuadrículas, abstracciones crueles de la linealidad. Dibujar una línea es separar, crear jerarquía espacial (entre los curas & la gente, los ricos & los pobres, la abundancia & la carestía) y definir la topia de la memoria contra el oscuro inconsciente de la tribu, la caverna u-tópica, la salvajidad (wild(er)ness) orgánica. El tertium quid o la coincidentia oppositorium aquí (entre “gruta” & Babilón) pueden aparecer en la ciudad medieval (que todavía sobrevive en algunos pocos lugares del mundo Islámico) donde la excesiva crueldad de la cuadrícula es apaciguada – no borrada, sino suavizada – por un registro de un espacio de acuerdo al modelo del árbol o del delta del río (bifurcación caótica extendiéndose hasta una complejidad basada en “atractores extraños” intra-dimensionales) – un urbanismo de lo orgánico, lo estético, & lo complejo o plural (como opuesto a lo inorgánico, lo ideológico, & lo simple o total).

La ciudad medieval es una gruta extrudida. Algunas de estas ciudades introdujeron desfiles o paradas alegóricas en las que tremendos complejos-emblemas (jeroglifos compuestos) eran construidos & instalados o llevados por el laberinto de las calles. Mitos y leyendas eran representados: - algunas veces el Señor Alcalde actuaba el rol de “Señor Alcalde”, deambulando a través de un teatro callejero de encuentros con personajes simbólicos (como Bloom en el barrio nocturno), renovando así la Ciudad con su Héroe elegido experimentando la iniciación del matrimonio ritual con la diosa urbana.

Aquí la Ciudad Libre llega a una sincrónica & lúdica conciencia de sí misma hic et nunc, más que sucumbir al diacronismo miserabilista del poder de la violencia. En esta Ciudad Hermética encontramos el trasfondo o el espacio-vientre de los Libros Emblema alquímicos, y la narratividad de un Bosco o Breughel. La memoria pierde su peso aquí & toma un aire folklórico, carnavalesco (el festival como reiteración del placer) con figuras construidas que se apropian (a través del diseño o de los accidentes del decaimiento & la acrecencia) de la forma de pechos, falos, vientres, rocas & agua, musgo & flores, incluso del viento & la luz.

La cuadricula-ciudad Babilónica quiere que la memoria persista a través del tiempo – tiempo plano y vacío – pero como Dalí mostró, la memoria persiste solo en la delicuescencia del tiempo medido. La ciudad hermética-medieval (como la Verde Jerusalén de Blake) preserva la memoria pero en una manera “desordenada” – como la mermelada akashica – tiempo que tiene textura y está lleno. “Babilón” preserva el orden (¡o si no!) – pero ¿qué le sucede a la memoria allí? No es acaso transmutada en el formaldehído venenoso de la Historia, la fábula re-iterada de nuestra pobreza y su poder, el mito taxonómico de la clase dominante? ¿Quién puede culparnos por abrigar tanto una nostalgia como un deseo insurrecional por angostos callejones sinuosos, escalones sombríos, caminos & túneles cubiertos, sótanos y muladares de una ciudad que se ha diseñado a sí misma – orgánicamente, inconscientemente – en el marco de una estética de convivialidad festiva & secreta, & la curvosa mutabilidad negentrópica de la memoria misma? El urbanismo psíquico de los 1960’s constituyó otro intento de reclamar la memoria construida para este proyecto “Romántico” – rus in urbe, en palabras de F. Law Olmstead – “El campo en la ciudad” – reintroducción del eterno “barroco” (como en “perla barroca”) o de la forma espontánea – (como las milagrosas grutas fangosas de cinabrio del Taoísmo Mao Shan, creado por la potencia Imaginal del Adepto) – que es también la espontaneidad “divina”, inconsciencia & olvido, de la Naturaleza. Un proyecto para los constructores de alguna Zona Prohibida: — la ciudad de la resistencia psicogeográfica, la anti-cuadrícula, la arquitectonalidad de la deriva, el espacio festivo – y la Caverna de la Memoria Fluida. Roca & agua – el ensueño del bardo, el olvido de los dioses.

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