21.12.11

LOS OCHO CIRCUITOS DE CONCIENCIA (de Timothy Leary)


de Robert Anton Wilson

Para entender el espacio neuDrológico, el doctor Leary presupone que el sistema nervioso consta de ocho circuitos potenciales, "marchas" o minicerebros. Cuatro de estos cerebros están en el lóbulo izquierdo, normalmen­te activo, y se relacionan con nuestra supervivencia terrenal; los otros cuatro son extra terrestres, residen en el lóbulo derecho, permanecen "en silencio" o inactivos, y nos han de servir en nuestra futura evolución. Esto explica por qué el lóbulo derecho está por lo general inactivo en esta fase de nuestro desarrollo, y por qué se activa cuando tomamos sustancias psicodélicas.
Vamos a explicar brevemente cada uno de los ocho cerebros.

I. El circuito de biosupervivencia. Este cerebro invertebrado ha sido el primero en la evolución (hace dos o tres mil millones de años) y también es el primero que se activa después del nacimiento. Opera según una especie de lógica bivalente que clasifica las percepciones en cosas nutritivas y útiles (a las cuales se acerca) y cosas venenosas-peligrosas (que ataca o rehuye). La grabación de este circuito fija las actitudes básicas de confianza y sospecha para toda la vida. También determina los estímulos externos que en adelante desencadenarán el acercamiento o
el rechazo.

II. El circuito emocional. El segundo biocomputador, más avanzado, se formó cuando surgieron los invertebrados y empezaron a disputarse el territorio [entre sí] (hará unos 500 millones de años).
Esta realidad-túnel se activa en el individuo cuando el adn desencadena la metamorfosis que lleva del gatear al caminar. Como todos los padres saben, el niño que empieza a andar deja de ser pasivo (biosupervivencia) para convertirse en mamífero político, lleno de exigencias territoriales físicas (y psíquicas), y pronto a intervenir en asuntos y decisiones familiares. También aquí la primera huella es la que dura toda la vida (a menos que se consiga borrar) e identifica los estímulos que desencadenarán el comportamiento dominante y agresivo, o por el contrario el dócil y solidario Cuando decimos de alguien que tiene un carácter caprichoso y egoísta o "como el de un niño de dos años", nos referimos a que se está dejando llevar por una de las realidades-túnel grabadas en este circuito.

III. El circuito de habilidad-simbolismo. Este tercer cerebro se formó cuando los homínidos empezaron a distanciarse del resto de los primates (hace unos cuatro o cinco millones de años) y se activa cuando el niño empieza a manejar herramientas y a emitir y recibir señales laríngeas (unidades del lenguaje humano). Si el entorno resulta estimulante al tercer circuito, el niño graba una huella "positiva" y entonces coordinará y se expresará bien; si en el entorno predomina la torpeza, el niño grabará una huella de "estupidez", es decir, se estancará en la edad de los cinco años y no sabrá servirse de herramientas ni interpretar los símbolos.
El lenguaje popular suele denominar a la realidad-túnel del primer circuito "conciencia": la sensación de estar en el aquí y ahora, en el cuerpo y con vistas a la supervivencia del cuerpo. (Cuando uno se encuentra "inconsciente", el primer circuito se paraliza y los cirujanos pueden operar y los enemigos atacarle a uno, sin que trate de evitarlos o huir). El segundo circuito, en este mismo lenguaje, se llama "ego". El denominado "ego" es el sentido del estatus, la manera cómo se ve a sí mismo el mamífero del segundo circuito con relación a la manada o la tribu. El tercer circuito es lo que solemos denominar "mente"- la capacidad de recibir, asimilar y transmitir señales producidas por la mano homínida (herramientas) o por los nueve músculos laríngeos homínidos (lenguaje).
Hacia la edad de los tres años y medio la grabación de estos tres circuitos determina respectivamente el grado y estilo de confianza-desconfianza que afectará a la "conciencia", el grado y estilo de imposición-sumisión que caracterizará al "ego", y el grado y estilo de habilidad-tor­peza con el que la "mente" manejará herramientas e ideas.
En el lenguaje de la evolución, la "conciencia" del primer cerebro es en esencia la de un invertebrado que va a la deriva atraído por lo alimenticio y repelido por los peligros. El "ego" del segundo cerebro es mamífero, y está siempre disputando su estatus dentro de la jerarquía de la tribu. La "mente" del tercer cerebro es paleolítica, se imbrica en la cultura humana y se enfrenta a la vida con un complejo sistema de artilugios y simbolismos artificiales.
El cuarto cerebro es posthomínido y específico del homo sapiens, el ser humano "domesticado", es decir:

IV. El circuito socio-sexual. El cuarto cerebro surgió cuan­do las manadas de homínidos formaron sociedades con roles sexuales diferenciados para sus miembros, alrededor del 30000 a. c. Se activa en la pubertad, cuando las señales de adn estimulan la secreción de las hormonas sexuales que inician la metamorfosis para convertirse en adulto Los primeros orgasmos o experiencias sexual! fijan un rol sexual que se graba bioquímicamente y permanece inalterable de por vida, a menos que se aplique alguna forma de lavado de cerebro o regrabación química.
En el lenguaje cotidiano, las realidades-túnel y huellas del cuarto circuito se conocen como la "personalidad adulta".
Masters y Johnsons han demostrado que las diferentes "desviaciones" sexuales -"perversiones", obsesiones, disfunciones como la eyaculación precoz, la impotencia la frigidez, etc., así como las inclinaciones consideradas "pecaminosas" por la tribu del individuo- están condicionadas por experiencias muy concretas de cópulas adolescentes. Lo mismo cabe decir del comportamiento robótico de la persona "normal" o "integrada". El rol sexual del humano es tan banal y repetitivo como el de cualquier otro mamífero (o ave o pez o insecto).
Estos cuatro circuitos normalmente son las únicas redes neuronales que se llegan a activar. Debería estar claro ya por qué Leary las llama terrenales. Han evolucionado y han sido conformadas por las condiciones gravitacionales, climáticas y energéticas que rigen la supervivencia y la reproducción en esta clase de planeta que gira alrededor de una estrella de tipo G. Los organismos inteligentes nacidos en el espacio exterior, que no viven en el fondo de un pozo gravitatorio de 6.000 kilómetros de profundidad ni tienen que pelear por un trozo de planeta de superficie finita ni están limitados por los parámetros de adelante-atrás, arriba-abajo y derecha-izquierda de la vida terrestre, forzosamente generarán circuitos diferentes, con grabaciones diferentes, y no serán tan rígidamente euclídeos.
Adelante-atrás son las dos opciones que tiene el bio-computador que opera en el Circuito I: o avanzar, ir hacia delante, olisquear, tocar, probar, morder; o reti­rarse, retroceder, huir, escapar.
Arriba-abajo, la opción gravitatoria, está presente en todas las descripciones etiológicas del combate animal. Erguirse, hinchar el cuerpo, rugir, aullar, chillar -o encogerse, ocultar la cola entre las piernas, gemir, escurrirse, gatear, encoger el cuerpo. Son comportamientos de dominio y sumisión que comparten la iguana, el perro, el pájaro y el director de la sucursal de banco más cercana. Estos reflejos constituyen el "ego" del Circuito II.
Derecha-izquierda es la oposición principal del cuerpo adaptado a la vida en el planeta. El predominio de la mano derecha, y la tendencia a emplear las funciones del lóbulo izquierdo que lleva asociada, decide nues­tra forma característica de fabricar herramientas y pensar con conceptos, lo que se denomina la "mente" del tercer circuito.
Por tanto, no es casualidad que nuestra lógica (y la de los ordenadores) tenga estructura bivalente al igual que estos circuitos. Como tampoco es casualidad que hasta el siglo XIX nuestra geometría haya sido euclídea. La geometría euclídea, la lógica aristotélica y la física newtoniana son metaprogramas que sintetizan y gene­ralizan los programas del adelante-atrás del primer cerebro, el arriba-abajo del segundo y el derecho izquierda del tercero.
El cuarto cerebro, encargado de la transmisión de cultura tribal o étnica de generación en generación, introduce la cuarta dimensión: el tiempo.
Dado que estas realidades-túnel consisten en huellas bío químicas en el sistema nervioso, cada una de ellas vendrá estimulada por un neurotransmisor especifico asi como otras sustancias.
Para activar el primer cerebro tómese un opiáceo. La Madre Opio y la Hermana Morfina lo reducen a uno , al nivel de inteligencia celular, pasividad de biosupervivencia, la conciencia flotante del recién nacido. (Ésta es la razón por la que los freudianos asocian la adicción a opiáceos con el deseo de retornar a la infancia).
Para activar la segunda realidad-túnel ingiéranse grandes cantidades de alcohol. Las conductas territoriales de los vertebrados y las políticas sentimentales de los mamíferos afloran cuando fluye esta sustancia por las venas, como Thomas Nashe intuía cuando clasificaba los diferentes tipos de embriaguez mediante etiquetas animales: "borracho como un asno", "como una cabra", "como un cerdo", "como un oso", etc.
Para activar el tercer circuito pruébese con el café o el té, una dieta alta en proteínas, las anfetaminas o la cocaína.
Aún no se sintetiza el neurotransmisor del cuarto circuito, pero se sabe que empiezan a generarlo las glándulas en la pubertad y fluye caudalosamente en la sangre de los adolescentes.
Ninguna de estas drogas terrestres modifica las huellas bioquímicas. Las conductas que desencadenan son las que se grabaron en el sistema nervioso en las primeras etapas de maleabilidad. El borracho del circuito II recurre a los juegos y tretas emocionales aprendidos de sus padres en la infancia. La "mente" del circuito III no va nunca más allá de las permutaciones y conmutaciones de las reali­dades- túnel grabadas originariamente, ni de las abs­tracciones asociadas con huellas grabadas posteriormente. Y así el resto.
Pero todo este robotismo al estilo de Pavlov y Skinner cambia drásticamente cuando pasamos al lóbulo derecho, los circuitos futuros y las sustancias extraterrestres.
Los cuatro "cerebros" por desarrollar en el futuro son:

V. El circuito neurosomático. Cuando el quinto "cerebro corporal" se activa, las configuraciones básicas de figuras euclídeas planas explotan multidimensionalmente. En la terminología de McLuhan, las gestalten (configuraciones) pasan del espacio visual lineal al espacio sensitivo que todo lo abarca. Tiene lugar una ajuste hedonista, una alegría extática, un alejamiento de los anteriores mecanicismos de los primeros cuatro circuitos. Personalmente activé este circuito con maría y Tantra.
Este quinto cerebro empezó a aparecer hace unos 4.000 años en las primeras civilizaciones con clases ociosas y ha ido creciendo estadísticamente en los últimos siglos (desde antes incluso de la Revolución de las Drogas), como se aprecia en el arte de la India, China, Roma y otras sociedades acomodadas. Más recientemente, Ornstein y su escuela han demostrado con encefalogramas que este circuito representa el primer salto del lóbulo izquierdo lineal del cerebro al lóbulo derecho analógico.
La activación y grabación de este circuito ha sido la tarea de los "técnicos de lo oculto": los chamanes tántricos y los hatha-yoguis. La quinta realidad-túnel puede obtenerse mediante privación sensorial, aislamiento social, tensión psicológica o una sacudída (tácticas ceremoniales del terror, practicadas por gurús poco escrupulosos como don Juan Matus o Aleister Crowley), y tradicionalmente ha estado reservada a la aristocracia culta de las sociedades del ocio que tienen resueltos los cuatro anteriores problemas de la supervivencia terrestre.
Hará unos 20.000 años que los chamanes del Mar Caspio en Asia descubrieron el neurotransmisor del quinto cerebro e inmediatamente lo transmitieron a otros magos de toda Eurasia y África. Hablamos por supuesto del cánnabis. La hierba. La madre María Juana.
No es casualidad que el fumador de maría suela referirse a su estado neuronal cuando está drogado, "colocado" (En inglés high o space-out, literalmente "elevado" o "fuera del espacio" de donde el autor deduce toda su teoría), con expresiones que sugieren que está fuera o más allá de nuestro espacio convencional. La superación de las orientaciones gravitacional, digital, lineal, dualista, aristotélica, newtoniana, euclídea y planetaria (circuitos I a IV) forma parte, desde la pers­pectiva evolutiva, de los preparativos neuronales para la inevitable emigración de nuestro planeta, que ahora empieza. Esto explica por qué tantos fumadores son forofos de Star Trek y expertos en ciencia ficción. (En Berkeley, California, hay un Punto de Venta de la "Federación" en la Telegraph Avenue, donde los adi­nerados pueden gastarse 500dólares o más en un solo día, adquiriendo novelas de Star Trek, revistas, boletines informativos, pegatinas, fotografías, pósters, cin­tas etc, y hasta los planos completos de la nave Enterprise).
El significado extraterrestre del término "high" lo confirman los mismos astronautas; el 85 por ciento de los que han experimentado la caída libre de la gravedad cero relatan "experiencias místicas" de estados extáticos típicas del circuito neurosomático. "Ninguna fotografía puede reflejar lo bella que parece la Tierra", cuenta entusiasmado el capitán Ed Mitchell al describir su Iluminación en caída libre. Habla como un auténtico yogui o un fumador de marihuana. Ninguna cámara puede captar esta experiencia dado que ocurre dentro del sistema nervioso.
La caída libre, en el momento evolutivo adecuado, desencadena la mutación neurosomática, opina Leary. Esta mutación se había conseguido antes "artificialmente" mediante ejercicios yóguicos o chamánicos o con el estimulante del quinto circuito, el cánnabis. El surf, el esquí, el submarinismo y la nueva cultura sexual (masaje sensual, vibradores, artes tántricas importadas, etc.) han evolucionado igualmente como forma de conquista hedónica de la gravedad. Al estado de "tonificación", de hipersensibilidad, se le aplica el adjetivo de "flotante" o, metafóricamente en Zen, "a un pie por encima del suelo".

VI. El circuito neuroeléctrico. El sexto cerebro consiste en que el sistema nervioso cobra conciencia de sí mismo al margen de los mapas de realidad gravitacionales grabados (circuitos I a IV) e incluso del éxtasis corporal (circuito V). El conde Korzybski, el semantista, llamó a este estado "conciencia de abstracción". El doctor John Lilly lo llama "meta-programación", es decir, conciencia de progra­mar la propia programación. Esta conteligencia (consciencia-inteligencia) einsteniano-relativista se da cuenta por ejemplo de que los mapas de realidad euclídeos, newtonianos y aristotélicos no son más que tres de entre miles de millones de programas o modelos de experiencia posibles. En mi caso particular activé este circuito con peyóte, LSD y los metaprogramas magick de Crowley.
Tenemos constancia de este nivel de funcionamiento cerebral al parecer desde el año 500 a. c. momento en que se desarrolló en el seno de varios grupos "ocultistas" relacionados con la Ruta de la Seda (de Roma al Norte de la India). Está tan alejado de las realidades túnel terrestres que aquellos que han accedido a él apenas pueden comunicarlo a la humanidad normal (circui­tos I a IV), y apenas pueden entenderlo los Ingenieros del Éxtasis del quinto circuito.
Las características del circuito neuroeléctrico son alta velocidad, opciones múltiples, relatividad y la fisión-fusión de todas las percepciones en universos paralelos de ciencia ficción con posibilidades alternativas.
Las políticas mamíferas que condicionan las luchas de poder en la humanidad terrestre son trascendidas, es decir, que se las descarta por estáticas, artificiales, farsas rebuscadas. Uno no se siente ni atraído a la fuer­za hacia la realidad territorial de otro ni obligado a luchar contra ella contraatacando con los mismos juegos emocionales (típicos de las telenovelas). Uno elige conscientemente si quiere compartir o no el modelo de realidad del otro.
Los medios para activar y grabar el sexto circuito se describen, aunque en raras ocaciones se pongan en práctica, en el rajah yoga avanzado y en los manuales herméticos (codificados) de los alquimistas e Illuminati de la Edad Media y el Renacimiento.
Aún no disponemos de la sustancia específica del sexto circuito, pero drogas psicodélicas fuertes como la mescalina (del "cactus sagrado", peyote de mis años 1962-1963) y la psilocibina (extraída del "hongo mágico" mexicano, el teonactl) activan en el sistema nervioso una mezcla de circuitos V y VI. Esto se denomina acertadamente "viajar", por contraposición a la simple "tonificación" o "elevación" del quinto circuito.
La prohibición de investigar en este campo, ha tenido la desafortunada consecuencia de hacer retroceder a la cultura ilegal de las drogas hasta las realidades-túnel hedónicas y precientíficas del quinto circuito (el renacimiento ocultista, el solipsismo, el orientalismo light). Sin disciplina y metodología científicas pocos conseguirán descodificar las señales metaprogramadoras del sexto circuito (aterradoras pero filosóficamente cruciales). Los científicos que siguen investigando el tema no se atreven a dar a conocer sus hallazgos (por ser ilegales) y hablan de realidades-túnel cada vez más abiertas exclusivamente en conversaciones privadas, como los erudi­tos en tiempos de la Inquisición. (Voltaire anunció la Edad de la Razón con dos siglos de adelanto: nos encontramos aún en la Edad Media). La mayoría de los alqui­mistas clandestinos han renunciado a ese trabajo consi­go mismos, tan exigente y arriesgado, y limitan sus incursiones a los túneles eróticos del quinto circuito.
La función evolutiva del sexto circuito es permitir que nos abramos a relatividades einstenianas y acelera­ciones neuroeléctricas, utilizando no los símbolos laríngeo-manuales del tercer circuito sino directamente la retroalimentación, telepatía y conexión computacional. Las señales neuroeléctricas sustituirán progresivamente al "habla" (gruñidos homínidos) una vez consumada la emigración al espacio.
Cuando los humanos hayamos escalado la atmósfera y el pozo gravitatorio de la vida planetaria, la conteligencia acelerada del sexto circuito posibilitará la comunicación de alta energía con Inteligencias Superiores, es decir, nosotros-mismos-en-el-futuro y otras razas post-terrestres.
Todo se vuelve maravillosamente claro y sencillo en cuanto nos damos cuenta de que las experiencias neuronales de "flipe" son en el fondo extraterrestres, de que "colocarse" y "flipar" son metáforas acertadas. El éxta­sis neurosomático del circuito V nos prepara para el siguiente estadio evolutivo, la emigración del planeta. El circuito VI nos prepara para el estadio que viene des­pués, la comunicación interespecífica con entidades avanzadas en posesión de realidades-túnel electrónicas (postverbales).
El circuito VI es el "traductor universal" tantas veces imaginado por los escritores de ciencia ficción y que ya está incorporado en nuestros cerebros gracias a la hélice del ADN. Del mismo modo que la oruga contiene los cir­cuitos de la futura mariposa.

VIL El circuito neurogenético. El séptimo cerebro entra en acción cuando el sistema nervioso empieza a recibir señales desde dentro de las neuronas, proce­dentes del diálogo adn-arn. El primero que experimentó esta mutación habló de "recuerdos de vidas anteriores", "reencarnación", "inmorta­lidad", etc. Que estos maestros hablaban de cosas reales lo demuestra el hecho de que muchos (sobre todo hindúes y sufíes) nos han legado panorámicas poéticas, si bien sorpren­dentemente precisas, sobre la evolución 1.000 o 2.000 años antes de Darwin, y anunciaron el superhombre antes que Nietzsche.
Los "archivos akáshicos" de la teosofía, el "inconsciente colectivo" de Jung, la "conciencia filogenética" de Grof y Ring, son tres metáforas modernas de este circuito. Las visiones de la evolución pasada y futura descritas por los que han tenido experiencias "fuera del cuerpo" durante episodios de casi muerte también ejemplifican la realidad-túnel transtemporal del circuito VIL
En las enseñanzas yóguicas nos encontramos con ejercicios específicos para despertar el circuito VIL Suele despertarse, si es que llega a ocurrir, tras varios años de practicar el tipo de rajah yoga que desarrolla las habilidades del circuito VI.
El neurotransmisor específico del circuito VII es, por supuesto, el LSD. (También el peyote y la psilocibina tienen algún efecto en el circuito VII).
Contemplado desde el punto de vista científico en el año 1977 podríamos considerar al circuito VII como archivos genéticos que se activan mediante proteínas antihistónicas. Es la memoria del adn que se remonta hasta el amanecer de la vida. Todos los mutantes del cir­cuito VII presienten la inevitabilidad de la inmortalidad y de la simbiosis interespecífica; sabemos hoy en día que esto también es una predicción evolutiva dado que estamos a las puertas de una mayor longevidad que nos dará acceso a la inmortalidad.
La función de los circuitos del lóbulo derecho y el moti­vo de su activación por la revolución cultural de los años sesenta empieza ahora a estar clara. Como el sociólogo F. M. Esfandiary escribe en Upwingers, "Hoy en día, cuan­do hablamos de inmortalidad y de ir a otro mundo, no lo decimos en un sentido teológico o metafísico. La gente ya está viajando a otros mundos. La gente ya está buscando la inmortalidad. La trascendencia ha dejado de ser un con­cepto metafísico. Se ha convertido en una realidad".88
La función evolutiva del séptimo circuito y su realidad-túnel evolutiva de largas miras es prepararnos para la inmortalidad consciente y la simbiosis interespecífica

VIII. El circuito neuroatómico. Sujétense el sombrero y respiren hondo, porque esto donde más lejos II ha aventurado la inteligencia humana:
La conciencia precede, probablemente, a la unidad biológica a la hélice de adn. Tenemos noticia de "experiencias fuera del cuerpo", "proyecciones astrales", contacto con "entidades" alienígenas (¿extraterrestres?) o con una Supramente galáctica, etc. -como yo mismo he experimentado- y no sólo por boca de los ignorantes, los supersticiosos y los crédulos, sino que lo han relatado a menudo las mentes más lúcidas que conocemos (Sócrates, Giordano Bruno, Edison, Buckminster Full, etc.). Los parapsicólogos se enteran de tales casos a diario, y científicos de la talla del doctor John Lilly y Carlos Castaneda las han vivido personalmente.
El doctor Kenneth Ring ha atribuido estos fenómenos a lo que el denomina, muy acertadamente, "el inconsciente extraterrestre".
El doctor Leary sugiere que el circuito VIII es literalmente neuroatómico -infra, supra y metafisiológico- un sistema comunicativo cuántico que no necesita de un reci­piente biológico. El intento de construir un modelo cuán­tico de la conciencia y/o un modelo consciente de la mecánica cuántica por los físicos inspirados mencionados con anterioridad (el catedrático John Archibald Wheeler, Saul-Paul Sirag, el doctor Fritjof Capra, el doctor Jack Sarfatti, etc.), es un claro indicio de que la "conciencia atómica", propuesta inicialmente por Leary en The Seven Tongues of God (1962) supone un vínculo explicativo que aunará la parapsicología y la parafísica en la primera teología científico-empírico-experimental de la historia.
Cuando el sistema nervioso se eleva hasta este circuito de nivel cuántico, el espacio-tiempo queda suprimido. Se trasciende la barrera einsteniana de la velocidad de la luz; de acuerdo con la metáfora del doctor Sarfatti, superamos el "chauvinismo electromagnético". La conteligenciacontenida en la cámara proyectora cuántica es todo el "cerebro" cósmico, igual que la diminuta hélice de adn es el cerebro local que dirige la evolución planetaria. Como dijo Lao-Tse desde su propia perspectiva del Circuito VIII: "Lo más grande se encuentra en lo más pequeño".
El desencadenante del circuito VIII es la catamina, un psicofármaco investigado por el doctor John Lilly, que (según un extendido rumor aún por confirmar) también se administra a los astronautas para prepararlos para el espacio. También producen cierta conciencia del circuito VIII dosis altas de lsd.
Esta conteligencia neuroatómica dista cuatro mutaciones de la Tierra. (Actualmente se está librando una lucha ideológica entre los colectivistas o moralistas tri­bales del circuito IV y los individualistas hedonistas del circuito V). Cuando los cuerpos físicos, cuando incluso cuerpos inmortales dando hipersaltos espacio-temporales en la Novena Distorsión, dejen de satisfacer nuestra necesidad de una mayor inteligencia, más participación en el guión cósmico y más trascendencia, el circuito VIII nos abrirá, una nueva frontera. Nuevos universos y rea­lidades. "Más allá de la teología: el arte y la ciencia de cómo ser dioses", como escribió Alan Watts.
Es, por tanto, posible que las misteriosas "entidades" (ángeles y extraterrestres) mencionadas hasta la saciedad por visionarios del circuito VIII pertenezcan a razas que ya han evolucionado hasta este nivel. Pero también es posible, como Leary y Sarfatty posteriormente han propuesto, que Ellos seamos nosotros-mismos-en-el-futuro Los circuitos terrestres del lóbulo izquierdo contienen las lecciones aprendidas a lo largo de nuestro pasodo (y presente) evolutivo. Los circuitos extraterrestres del lóbulo derecho constituyen el guión de nuestra evolución futura.
Hasta el momento se han dado dos explicaciones alternativas de por qué tuvo lugar la Revolución de las Drogas. La primera la expone de una manera sofistica da el antropólogo Weston LaBarre, y de una manera ignorante y moralista la mayor parte de la propaganda antidroga impartida en los colegios y por los medios de comunicación. Esta explicación sostiene que, en esencia, millones de personas se han pasado de las drogas blandas, legales, a las duras, ilegales, porque estamos en una época difícil y muchos buscan refugio en la fantasía.
Esta teoría, en el mejor de los casos, explicará parcial mente el aspecto más negativo y difundido de la revolución: el abuso temerario de las drogas que caracteriza a los inmaduros. No tiene en cuenta a los millones de respetables médicos, abogados, ingenieros, etc., que han pasado de la embriaguez etílica del segundo circuito al éxtasis del quinto circuito que da la maría.
Ni tampoco hace justicia a las meticulosas y filosóficas investigaciones del sexto circuito a cargo de perso­nas de una gran inteligencia y sensibilidad, como Aldous Huxley, el doctor Stanley Grof, Masters-Houston, Alan W. Watts, Carlos Castaneda, el doctor John Lilly y miles de investigadores de la conciencia, ya sean científicos o aficionados.
Una teoría más plausible, desarrollada por el psiquiatra Norman Zingerg a partir de la obra de Marshall McLuhan, sostiene que los modernos medios electrónicoshan modificado los parámetros del sistema nervioso hasta el punto de que los jóvenes no disfruten ya con drogas "lineales" como el alcohol, y sólo les atraigan las psicodélicas y la hierba, "no lineales".
Esto tiene su parte de verdad, pero es demasiado limitado y concede demasiada importancia a la televisión y los ordenadores, y demasiado poca al contexto tecnológico en general: la Revolución de la Ciencia Ficción en curso, de la cual los aspectos más significati­vos serían Emigración Espacial, Mayor Inteligencia y Prolongación de la Vida, que Leary ha condensado en su fórmula SMI2LE. (En inglés juego de palabras con el término SM+I²+LE: sonrisa)
Si sumamos Emigración Espacial a Mayor Inteligencia y a Prolongación de la Vida obtenemos la expansión de la humanidad al espacio-tiempo. SM+I²+LE =
Sin aceptar en su totalidad el misticismo tecnológico de Charles Fort ("El motor de vapor surge cuando llega el momento del motor de vapor"), es evidente que el metaprograma genético de la evolución cósmica sabe mucho más que cualquiera de nuestros sistemas nerviosos por separado, que en cierto sentido son gigantescos robots o sensores del adn. Los primeros febeos de ciencia ficción, las toscas obras de Buck Rogers y las sofisticadas de genios como Stapledon, Clarke o Heinlein o el 2002 de Kubrick, constituyen todos ellos señales del ADN cada vez más claras transmitidas por el intuitivo lóbulo derecho artistas sensibles, con el fin de prepararnos para la mutación extraterrestre.
No es casualidad que los intelectuales "literatos" convencionales -los herederos de la tradición platónico-aristotélica de que un caballero nunca emplea las manos, enreda con herramientas ni aprende un oficio manual- desprecien tanto la ciencia ficción como la cultura de la droga. Como tampoco es casualidad que la revista The Whole Earth Catalogs -fundada por Stewarl Brand, miembro de los Merry Pranksters (Alegres Gamberros) de Ken Kesey- sea la biblia de la cultura alternativa rural, con cada número lleno a rebosar de consejos eco-tecnológicos sobre todas esas manualidades, habilidades y artilugios que Platón y sus herederos consideraban dignos sólo de esclavos. No es pues de extrañar que la última publicación de Brand, Co Evolution Quarterly, se haya dedicado en gran parte a dar a conocer el habitat espacial diseñado por el catedrático Gerard O'Neill, el L5.
Tampoco resulta inexplicable el que, al parecer, a los drogadictos les guste leer ciencia ficción más que cualquier otra literatura, incluidas las sagradas escrituras hindúes, con su sabor extraterrestre, y con poetas ñipantes oculto-chamánicos del VI al VIII circuito como Crowley y Hesse. Las drogas del circuito VI pueden haber contribuido mucho a la conciencia metaprogramada que ha tenido como consecuencia el repentino descubrimiento de los distintos tipos de "chauvinismo": el machista (por el movimiento de liberación de la mujer), el de las especies (por el movimiento ecologista o los estudios de John Lilly sobre los delfines), el de las estrellas tipo G (Carl Sagan), incluso el del oxígeno (la conferencia ceti), etc. Las realidades-túnel aprendidas, que lo clasifican a uno de "terrestre-estadounidense-blanco-varón" o "hembra-cubana-negra", etc., ya no son capaces de abarcar nuestra conteligencia en explosión.
Como decía la revista Time el 26 de noviembre de 1973: "Dentro de diez años, según los farmacólogos, habrá pildoras y electrodos craneales capaces de proporcionar felicidad de por vida a todos los habitantes de la Tierra". La pasión de los años sesenta por la hierba y el ácido no fueron más que el preludio de este gran avance en el quinto circuito. Nathan S. Kline, doc­tor en medicina, predice verdaderos afrodisíacos, fármacos para acelerar el aprendizaje, para potenciar o erradicar cualquier tipo de comportamiento. Los que padecieron la hoguera o la cárcel a principios del siglo XVII (Bruno, Galileo, etc.) fueron precursores de la Revolución de la Tecnología Exterior. Los encarcelados o golpeados por la policía en los años sesenta han sido los precursores de la Revolución de la Tecnología Interior.
Star Trek es una guía de la realidad que se avecina mejor que cualquier libro del índice New York Review of Books. Scotty, el ingeniero de funciones vitales y sistemas de defensa (circuito I), el doctor McCoy, emotivo y sentimental (circuito II), Mr. Spock, oficial cientí­fico con mucha lógica (circuito III), y el capitán Kirk, alternativamente paternalista y romántico (circuito IV) viajan eternamente por nuestra futura historia neuronal encontrándose con inteligencias de los cir­cuitos V, VI, VII y VIII, aunque la presentación sea un poco burda.
En resumen, los diversos niveles de conciencia y circuitos que hemos expuesto y ejemplificado son todos ellos huellas bioquímicas impresas en la evolución del sistema nervioso. Cada nueva huella crea una realidad-túnel más amplia. Continuando con la metáfora sufí, el burro que cabalgamos se convierte en un burro diferente con cada nueva huella. El metaprogramador está continuamente aprendiendo y es cada vez más capaz de verse a sí mismo operando. De modo que evolucionamos hacia la-inteligencia-que-estudia-a-la-inteligencia (el sistema nervioso estudiando al sistema nervioso) al tiempo que va en aumento nuestra capacidad de acelerar nuestra propia evolución.
Ahora Leary simboliza a la-inteligencia-que-estudia-a-la-inteligencia mediante I².

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