18.9.10

Escolios de Nicolás Gómez Dávila pt.2

• Las miradas de los actuantes parecen, en las instantáneas fotográficas de incidentes revolucionarios, mitad cretinas mitad dementes.
• La historia nos enseña a sonreír de los que viven con el hocico hundido en su pienso contemporáneo.
• El pensamiento marxista nunca ha logrado más que añadir a la cosmografía marxista, de cuando en cuando, un nuevo epiciclo.
• Toca desacreditar la cultura, para que no sea rentable envilecerla al servicio de la política o la industria.
• En tiempos aristocráticos lo que tiene valor no tiene precio; en tiempos democráticos lo que no tiene precio no tiene valor.
• Los supuestos enemigos de la burguesía son jardineros expertos que podan sus ramas caducas. La sociedad burguesa no peligra mientras sus enemigos admiren lo que admira.
• El diálogo sincero acaba en pelotera.
• Los jerarcas comunistas traicionan hoy su fe como cualquier obispo.
• La historia engloba hasta la proclamación que la niega.
• Más que ininteligible, lo auténticamente original en filosofía parece al principio insignificante.
• Sólo hemos comprendido lo que nos parezca intraducible.
• Entre los artistas abunda la especie infortunada del impostor sincero.
• La historia no tiene leyes que permitan predecir; pero tiene contextos, que permiten explicar; y tendencias, que permiten presentir.
• La mentalidad burguesa de la izquierda reconstruirá sucesivamente todas las sociedades burguesas que la izquierda sucesivamente destruya.
• Lo importante no exhibe pruebas.
• “encontrarse”, para el moderno, quiere decir disolverse en una colectividad cualquiera.
• La constelación histórica sólo determina qué obras de arte no son allí posibles.
• La grandilocuencia del mensajero suele ser proporcional a la insignificancia del mensaje.
• “the religión of humanity” no es figmento de Paine, sino principio activo de todos los venenos.
• Lo que gustó en alguna época puede volver a gustar, siempre que no haya gustado por motivos ajenos al gusto.
• O la metáfora es irremplazable circunloquio, o es vicio de dicción.
• Proponiéndonos fines prácticos acabamos siempre de brazo con prójimos que no hubiéramos querido tocar con los pies.
• Frecuentemente tropezamos con gente convencida de haber leído un libro porque leyó su traducción.
• Después de los amos de hoy los de ayer escandalizan menos.
• El error no está en soñar que existan jardines secretos, sino en soñar que tienen puertas.
• El moderno busca ante todo una religión que niegue la gracia.
• Un alfilerazo experto en el centro nervioso de un error lo mata en segundos. Pero se necesitan siglos para que su cadáver se descomponga.
• Los evangelios, en manos del clero progresista, degeneran en recopilación de trivialidades éticas.
• Las naciones actuales no son pueblos, sino secesiones victoriosas de la plebe.
• Es más fácil hacer aceptar una verdad nueva que hacer abandonar los errores que refuta.
• Las ciencias naturales, idealmente deductivas, construyen inductivamente la posibilidad de su deducción. Las ciencias humanas, en cambio, intrínsecamente experimentales, no se disuelven en sistema deductivo sino se ordenan en discurso histórico.
• En las mentiras de los grandes escritores románticos hay más verdad que en las verdades de sus sucesores.
• El catedrático sólo logra embalsamar las ideas que le entregan.
• En todas las sectas que hoy pululan fermenta una soteriología gnóstica.
• Los panegiristas sinceros de la naturaleza humana causan los peores colapsos históricos.
• Ni la inferioridad es vergonzosa, ni la superioridad culpable.
• El que anhela la “comunicación perfecta” entre los individuos, su “perfecta transparencia” recíproca, su mutua “posesión perfecta”, como cierto pontífice de izquierda, anhela la perfecta sociedad totalitaria.
• El testamento político del izquierdista es la lectura predilecta del reaccionario.
• Exigirle a la inteligencia que se abstenga de juzgar le mutila su facultad de comprender. En el juicio de valor la comprensión culmina.
• El terrorismo no surge donde existen opresores y oprimidos, sino donde los que se dicen oprimidos no confrontan opresores.
• El ateísmo preludia la divinización del hombre.
• El arbusto no es árbol trunco.
• La novela contemporánea cava su fosa en el cementerio donde enterraron la tragedia clásica del XVIII.
• La vanguardia de la ciencia es cautelosa, pero la plebe profesional que la sigue es presumida.
• No existe verdad en las ciencias humanas que no sea forzoso redescubrir cada ocho días.
• La mente moderna se anquilosó por creer que hay problemas resueltos.
• El poeta, para hablar de poesía, recurre a la peor retórica.
• Llamamos individuo al existente transparente tan sólo a Dios.
• La poesía puede ser magia, pero el poeta suele ser mago de feria.
• El artista sin originalidad acude a la improbabilidad.
• La sinécdoque es el tropo favorito de la impostura, porque permite vender el género entero pregonando la sola especie servible.
• Una pudibundez ridícula no le permite hoy al escritor inteligente tratar sino temas obscenos. Pero ya que aprendió a no avergonzarse de nada, no debiera avergonzarse de los sentimientos decentes.
• El pornógrafo es el vocero del alma moderna.
• El infierno no parece castigo tan desmesurado después de escudriñar un poco el vecindario.
• Biografía sólo se puede escribir del que ha escrito, o del que tuvo oyente indiscreto. Sin confidencias sólo hay conjeturas o anales.
• La hipertrofia del estado proviene del motín que destronó su noción patrística para entronizar so noción democrática. Secuela del pecado – demiurgo de la sociedad futura.
• Libertad no significa coposesión del poder político. Su definición en términos de poder político es la treta con que embauca el demócrata.
• El revolucionario no descubre el “auténtico espíritu de la revolución” sino ante el tribunal revolucionario que lo condena.
• El que escucha atento el ruido de su tiempo no escribirá su música.
• En las artes hay mediocridades deliciosas e insoportables excelencias.
• La mentira es la musa de las revoluciones: inspira sus programas, sus proclamaciones, sus panegíricos. Pero olvida amordazar a sus testigos.
• La agilidad intelectual se desgasta en escaramuzas. Sólo las cargas de la inteligencia pesada son irresistibles.
• El comentarista del filósofo lo alecciona con suficiencia.
• La lectura es droga insuperable, porque más que a la mediocridad de nuestras vidas nos permite escapar a la mediocridad de nuestras almas.
• Lo que no sea necio le parece al moderno criminal u obsoleto.
• Las legiones del hombre moderno ignoran todavía que en la litera imperial que escoltan viaja un emperador muerto.
• En el “patriotismo” de la revolución francesa resurge un atávico reflejo de adhesión gregaria a la tribu. En su “emigración” expira el paradigma de la adhesión consciente del hombre libre a una lealtad jurada.
• La izquierda estigmatiza con el mote de “terreur blanche” los períodos en donde no asesinan sino a asesinos.
• Errar es humano, mentir democrático.
• “Necesidad histórica” es la fórmula sacramental de los historicismos para absolver el crimen.
• Nadie se llama a si mismo poeta, filósofo, artista, sin alguna ramplonería y bastante impudicia.
• El meteco no le hace concesiones al autóctono.
• El acontecimiento histórico pasa de un estado gaseoso de fenómeno a un estado sólido de idea a través de un maloliente estado líquido de retórica.
• La filosofía no debe practicarse por el que carece de talento sino como vicio clandestino.
• La persona que no sea algo absurda resulta insoportable.
• El marxismo puso al servicio de los que no entienden las preguntas el más adecuado repertorio de respuestas.
• No hablemos de determinismo universal, sino de dependentismo óntico.
• La familiaridad sistemática es hipocresía de igualitario que se juzga a si mismo inferior, o superior, pero no igual.
• Las sociedades que pretenden suprimir indispensables estructuras las cambian meramente por deteriores. Donde no manda el militar, verbigracia, acaba mandando el policía.
• Cuidémonos del discurso donde abunde el adjetivo “natural” sin comillas: alguien se engaña a sí mismo, o quiere engañarnos. Desde las fronteras naturales hasta la religión natural.
• Teniendo el privilegio incompartible de generalizar en su materia, el especialista pretende extrapolar ilícitamente su materia misma.
• Simpatizo menos con el temperamento católico que con el temperamento del que simpatiza con el catolicismo.
• El pensamiento genuino sólo descubre sus principios al fin.

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