Hay una contundente evidencia para
aquella cercana correlación y quizá fertilización histórica cruzada entre
budismo y Gnosis.
Así describe resumidamente el propio
autor, el erudito señor Lash, desde su sitio metahistory.org, el asunto de este
texto que ahora presentamos en castellano por lo atrayente que pueda resultar
para los interesados en los temas gnósticos y en sus núcleos temáticos
mitológicos, además obviamente de aportar al acervo de cualquiera persona que
se cultive de modo general.
El mito gnóstico de
La
figura de ciencia-ficción más llamativa en la cosmología gnóstica es
Yaldabaoth, el demiurgo o falso dios creador. Gnósticos como Marción
identificaron a Yaldabaoth con el dios creador masculino del Antiguo
Testamento, Yahweh, y por consiguiente negaron a aquella entidad cualquier
papel en la buena dirección de la
Humanidad.
Al
contrario, Yahweh-Yaldabaoth es una deidad demente, un dios que trabaja contra la Humanidad. En la
revisión gnóstica del Antiguo Testamento, está claro que el status monoteísta
exigido por Yahweh es debido a la locura del pseudo-dios.
¿Pero
qué debemos hacer con este caso único de locura cósmica?.
Accidente Cósmico
El
descenso de Sofía desde el núcleo produce un "aborto" o nacimiento
prematuro en los reinos elementales. Normalmente, las formas de vida que
aparecen en los mundos estelares de los brazos de la galaxia son emanadas desde
dentro del Pleroma, infundidas y conformadas por el diseño divino antes de que
ellas se manifiesten.
Pero
los Arcontes producidos por el impacto de Sofía surgen sin haber sido
prefigurados por los dioses plerómicos. El "aborto" es un bodrio
amorfo, como un feto prematuro, con sus órganos incompletamente formados y con
sus facultades atrofiadas.
¿Puede
el descenso de Sofía ser considerado como un accidente cósmico?. Quizá, en
cierto modo, puede serlo.
Los
accidentes suceden en el cosmos en general. En los comentarios al Mito de Gaia
he sostenido que el Descenso de Sofía puede ser una descripción mitopoyética de
un aumento de tensión desde el núcleo galáctico. Los científicos han
descubierto recientemente en la galaxia un canal parecido a un túnel,
extendiéndose directamente desde el núcleo de la galaxia hacia la región de los
brazos envolventes donde el (nuestro) Sistema Solar está localizado.
Tal
aumento de tensión es central en la teoría del doctor Paul LaViolette de la super-onda galáctica o descarga cósmica de
rayos. LaViolette sostiene que como la "descendencia" de las
estrellas se establece alrededor del núcleo galáctico, su gravitación se hace
más profunda y su temperatura interna y energía aumentan hasta un nivel máximo:
La
emisión de energía desde el núcleo galáctico finalmente llega a ser tan grande
que se desarrollan inestabilidades que hacen que explote.
Durante
este modo activo temporal, su luminosidad aumenta en millones de veces, y
libera una intensa descarga de partículas de rayos cósmicos y radiación de alta
energía que viaja radialmente hacia el exterior en forma de una cáscara en
expansión llamada una super-onda galáctica (Genesis of the Cosmos, p.93).
Huelga
decir que éste es un acontecimiento extremadamente violento con consecuencias
letales y catastróficas masivas - según la visión de LaViolette, en todo caso.
En mi revisión del mito gnóstico, doy por hecho que el cosmos entero está vivo,
animado y animando. Una super-onda galáctica, o sobrecarga desde el núcleo
galáctico, podría no ser una descarga letal de rayos cósmicos, después de todo.
Esto
podría ser una oleada de fuerza divina de vida, incluso una efusión de una
inmensa ternura, o una ondulación de deseo cósmico. Así es ciertamente cómo la
mitología gnóstica describe el descenso de Sofía.
El
paralelo astrofísico con el mito gnóstico es interesante, pero eso no debería
llevarnos a pensar que el mito necesita verificación científica para ser
verdadero, o para ser valorado como verdadero. Si hay periódicas oleadas
cósmicas desde el núcleo galáctico, haríamos bien en entender tales fenómenos
en términos imaginativos, y en lenguaje psicológico, porque así es cómo podemos
comenzar a ver la complementariedad de psique y cosmos.
A
primera vista, la narrativa acerca del Demiurgo parece ser un acontecimiento
único, aislado, a diferencia de todo lo demás en la mitología mundial. Muchos
estudiosos han asumido que la figura de Yaldabaoth es totalmente anómala, un
inusitado mitologema [elemento central de un mito] encontrado sólo entre
aquellos extravagantes fantasistas, los gnósticos.
Pero
resulta que hay un paralelo exacto de la figura gnóstica del Demiurgo. Se
encuentra en las tradiciones sagradas del budismo.
El Génesis Budista
Éste es quizá el último lugar donde uno tendería a mirar.
¿Por
qué? Porque las enseñanzas budistas no dan mucha importancia a la génesis misma
del universo. La Creación
no está en la sintaxis budista. Todas las condiciones que se presentan en el
cosmos son sólo eso: condiciones que surgen.
Todas
las actuales condiciones, físicas y psicológicas, lejanas y cercanas,
interiores y exteriores, provienen de las precedentes, según la ley del
"inicio interdependiente", y eso es todo lo que hay. Si el cosmos
está en un eterno devenir, es un ejercicio vano tratar de determinar un momento
distinguible en la creación.
Además,
el budismo tiende a enfatizar la naturaleza fantasmal de todos los fenómenos;
este enfoque es llamado docetismo en el análisis textual gnóstico. ¡El cosmos
no sólo es un eterno llegar-a-ser, sino que es también la mera apariencia de un
eterno devenir!.
¿Dónde
cabe la noción de Creación en una visión del mundo tal?.
Sorprendentemente
como pudiera parecer, existen algunos indicios de lo que puede ser llamado un
mito budista de la Creación ,
un homólogo budista del Génesis, si usted prefiere.
Las
fuentes textuales son variadas, y tienden a ser en gran parte pasadas por alto
en la actual atmósfera de estudios budistas. Lo que más ciertamente es un relato
pre-budista de la creación del mundo, puede ser encontrado en fuentes Pali
como,
• el Dighanikaya
• el Dighanikaya
•
el
Anuguttaranikaya
•
el
Vishuddhimagga, "El Camino de Perfección"
Las obras en lengua Pali pertenecen a una subcategoría
de élite de los estudios budistas modernos, de modo que no es sorprendente que
estos materiales hayan sido pasados por alto.
Pero al menos dos textos sánscritos, el
Abhidharmakosha y el Shikshasamuccaya, también contienen elementos del Génesis
budista.
Según John
Mrydhin Reynolds ("Self-Liberation through Seeing in Naked
Awareness") estas fuentes antiguas nos dicen que Gautama, el Buda
histórico, explicó a sus seguidores que,
Aquí hay una descripción increíblemente clara de un
acontecimiento físico, una estrella convirtiéndose en una nova, combinado con
un acontecimiento metafísico, la transmigración de los habitantes de un planeta
que rodeaba a aquella estrella hacia otro plano de existencia.
El lenguaje en uso refleja, en parte, la sintaxis
científica corriente de la teoría de la super-onda galáctica de LaViolette. Los
científicos saben que las novas son acontecimientos relativamente comunes,
mientras que la super-onda es todavía en gran parte teórica. Lo mismo vale para
el acontecimiento físico.
En cuanto al acontecimiento metafísico de la
transmigración planetaria, un drama cósmico se despliega ahora.
Allí
"ellos disfrutaron de una inconcebible dicha y felicidad durante
innumerables eones" (ibíd.)
Pero cuando aquellas condiciones kármicas
expiraron, otro mundo, la actual Tierra, se estaba formando entonces, y algunos
de los habitantes llenos de dicha del plano Rupadhatu fueron atraídos hacia
allá y comenzaron a renacer en aquella región, aunque no todavía en el planeta
emergente mismo.
El reino intermedio donde ellos encarnaron era llamado
Brahmaloka, "la Zona
del Creador". (En el mito hindú y en la meta-psicología budista, Brahma es
el "dios creador").
Al principio, los seres transmigradores (que somos
nosotros) no comprendieron exactamente dónde estaban ellos o lo que les estaba
sucediendo.
El primero que realmente se despertó y consiguió una
percepción de estar en este nuevo reino, inmediatamente dijo:
"Soy el
Creador".
La
primera entidad habló de esta manera porque las condiciones de conciencia en
las cuales vino a verse eran las de la
Zona del Creador, Brahmaloka.
Esta
entidad, que era una manifestación de la Humanidad , llegó a creer que "él" era
realmente el creador del universo que estaba contemplando a su alrededor. Él no
recordaba que llegó desde un mundo anterior que había sido destruido, y él
apareció como si hubiera nacido sin ningún padre.
En
ausencia de pruebas contrarias, él cayó en la ilusión de ser el único creador
del mundo emergente que estaba contemplando.
J.M. Reynolds
comenta:
En
realidad, la manifestación de este universo fue debida al karma colectivo de
todos en ese grupo, y a la propia manifestación individual de él, que como un
caso de nacimiento fantasmal, fue debida a su propia gran reserva de karma
meritorio que llegaba a su maduración en ese tiempo, porque las condiciones
secundarias necesarias estaban presentes.
Sin
embargo, él persistió en su falsa ilusión, en esta idea de que él era el
verdadero Creador del universo porque él fue el primer nacido dentro del
sistema solar evolutivo y no vio a otros allí antes de él.
Pero
esta creencia era sólo su limitación y su oscurecimiento, una ignorancia
primordial de su verdadero origen.
Todo esto, reconozco, para el juicio de algunos
aparenta ser ciencia-ficción de la mejor.
La correlación punto por punto de los elementos
budistas y gnósticos aquí es fabulosa. El "nacimiento fantasmal" del
delirante Creador tiene un paralelo con el "aborto" del Mito de
Sofía. La falsa ilusión del autoproclamado Creador es idéntica en ambas
narrativas. El gnóstico Demiurgo también es "nacido dentro del sistema
solar evolutivo" y "no vio a otros antes de él".
Yaldabaoth es el jefe de los Arcontes, las entidades
que son así llamadas porque ellas surgieron primero, antes de que la Tierra , el hábitat de la Humanidad , fuera
formada. La palabra Arconte proviene del griego archai, "origen,
comienzo, desde el principio".
Parece que la zona intermedia, el inferior Rupadhatu,
corresponde al caos exterior del mito gnóstico.
Allí es donde surge el Demiurgo, apareciendo de la
nada:
"un caso de
nacimiento fantasmal".
Yaldabaoth es ciego (en copto, BILLE) e ignorante de
sus verdaderos orígenes. En la narrativa budista como en la gnóstica, la
ignorancia primordial del Creador contaminará a la raza humana entera.
Los paralelos son asombrosos y consistentes, excepto
en un punto: Los textos gnósticos no dicen nada sobre el Demiurgo como teniendo
"su propia gran reserva de karma meritorio".
Sin embargo, ellos describen cómo Yaldabaoth y los
Arcontes son beneficiarios de la sabiduría cósmica de Sofía, la diosa que los
genera.
El gnóstico Demiurgo es una entidad vacía, parecida a
un clon, incapaz de crear algo, pero a pesar de ello la maravilla del mecanismo
de relojería del sistema planetario es creada mediante él (y sus agentes) por
los poderes ocultos impartidos por Sofía.
Hay quizás un paralelo aquí, después de todo, pero es
ciertamente extraño pensar en el Señor Arconte como una entidad que tiene
una provisión de buen karma.
Egolatría Cósmica
La deidad de Brahmaloka es delirante, pero tal vez no tan desquiciada como es retratado siéndolo Yaldabaoth. En ambos casos, el núcleo de la ilusión es el sentido del yo, la creencia en la existencia de un yo duradero.
Reynolds dice que la ilusión de la despertada entidad
fue,
"la
primera aparición del ego o la creencia en la existencia real de un yo, en
nuestro universo".
La ilusión del ego no es la causa del universo que
contemplamos, pero es el factor principal en nuestra percepción errónea del
universo. Esta observación concuerda muy de cerca con la teoría gnóstica del
error.
El drama continúa, ya que el resto de la Humanidad
transmigradora no ha despertado todavía a su vida en el sistema del nuevo
mundo.
"Por
cuanto él fue el primero entre los Brahmas en haber nacido de nuevo en
Abhasvara, él llegó a ser conocido como el Mahabrahma o Dios".
Después de existir en un solitario esplendor durante
muchos eones mientras "el sistema solar se desarrollaba" (Reynolds),
Mahabrahma anheló sujetos para que presenciaran su gloria.
En el mismo momento en que él sintió este deseo, el
karma de los otros no despertados Brahmas maduró, y ellos emergieron desde su
sopor en el bardo [en tibetano, estado intermedio o de transición].
Al instante, Mahabrahma les declaró:
"¡Yo soy Dios,
vuestro Creador!".
Esto era absurdo, porque estos seres surgieron debido
a su propia maduración kármica y no por una orden de él o su conjuro creativo.
Mahabrahma entonces,
"organizó
a estos innumerables seres que estaban apareciendo en el espacio en torno a él
en jerarquías celestes bien ordenadas".
En la narrativa gnóstica, Yaldabaoth, el Señor
Arconte, les ordena a sus acólitos parecidos a clones que creen un despliegue
virtual (stereoma) de mundos jerárquicos que reflejen el caleidoscopio fractal
viviente de las corrientes conscientes y animadas del Pleroma, el núcleo
galáctico.
El Demiurgo sólo puede imitar, él no puede crear u
originar. Los textos gnósticos son claramente sarcásticos en la descripción de
las jerarquías celestes de los Arcontes, porque para los gnósticos toda esta
pretenciosa cursilería celestial no tiene nada que ver con la maravilla de la
vida que se desplegará en la
Tierra , el reino donde Sofía está encarnada.
La enseñanza gnóstica es inequívoca en la diferencia
entre las especies producidas por el descenso de Sophia y la especie humana. De
manera interesante, la narrativa budista no hace tal distinción. En ella se
relata que Mahabrahma llegó a estar rodeado por crecientes números de humanos
reencarnados, transmigrantes del mundo cuyo sol se convirtió en una nova.
Estos Brahmas menores forman su séquito, y ellos creen
absolutamente que él es el creador del reino donde ellos ahora se encuentran.
El mito budista de la creación especifica todas las
diferencias entre los seres que surgen alrededor de Mahabrahma y los seres
humanos:
"Gradualmente,
como el tiempo transcurrió, debido a la presencia de una serie de causas
secundarias, algunos de estos Brahmas ingresaron en el ciclo de la existencia
material y comenzaron a ser renacidos en la superficie de la recién
desarrollada Tierra, primero como animales y luego más tarde como seres
humanos"(p. 100).
La narrativa budista le sigue la pista a la transmigradora
Humanidad desde un planeta cuyo sol se transformó en una estrella nova
hasta la Tierra
que habitamos, un alcance visionario notable.
A diferencia del símil gnóstico, ella no distingue en
el séquito de Mahabrahma entre los seres humanos y los Arcontes, la legión de
clones que sigue al Demiurgo. El relato budista no hace ninguna declaración en
absoluto sobre entidades no-humanas en el Sistema Solar. La narrativa gnóstica
permanece absolutamente única en lo referente a aquel factor.
Además, la tradición budista asume que la Tierra pertenece al sistema
solar que surge debajo del plano Rupadhatu, pero la tradición gnóstica
considera que la Tierra
realmente no pertenece al sistema planetario sino que simplemente está atrapada
por él.
Estas correlaciones gnósticas-budistas son
extraordinarias, tanto en lo que ellas divergen como en lo que convergen.
Hay más reflexiones sobre el creacionismo y el egotismo cósmico, que se
encuentran en los trabajos del sabio Nyingma, Long Chen Pa, en la parte concluyente de este ensayo.
fuente:Editorial-Streicher
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