22.5.12

Obras de Benjamín Solari Parravicini pt.1

"Sobre la momificada mandona, sobre las cenizas, el mandón se unirá a otra sin unirse, mas serán unidos" 8 nov. 40 B.S.P.



B.S. Parravicini 1936. “La música eléctrica será en conjunción con la negra. Ambas asolaran el mundo y con ella marchará esclavo el mundo hacia el Caos final”




“Sueños de Amor de Liszt se tocara al principio del mal, después será música negra, luego la electrónica y al final la música Kampi” B.S.P. sin fecha   (kampi significaría artificial, grotesco)
B.S.Parravicini 51 “El hombre será payaso y será dueño y señor del mundo en payasos. Cabello largo, frente angosta y “Papanatismo””

B.S.Parravicini, sin fecha "El pecado original será anulado por el Laboratorio “semental”"

17.5.12

MATRIX, MISTICISMO ORIENTAL Y FÍSICA ULTRAMODERNA: TODO SE RELACIONA CON TODO

En este artículo "paracientífico" se proporcionan argumentos que nos hacen dudar sobre la veracidad de los axiomas sobre los que han sido construídas las ciencias duras. Utilizando analogías tomadas del Misticismo Oriental y de la película Matrix I, se puede concluir que la materia prima del universo es la "experiencia pura" (o percepciones).

1. Introducción

¿Qué es real? Un detenido análisis lógico nos permite concluir que el observador (supuestamente objetivo) de las ciencias duras nunca tiene acceso a la realidad física. La interacción no es del tipo "observador"-"sistema observado". El modelo epistemológico correcto es "observador" - "imaginación del observador".
... Pero incluso el observador es parte de la observación.


Notas:
1) Las traducciones son libres
2) Se asume que ya vieron Matrix.
3) Abreviaturas: MI = Matrix I, MII = Matrix Reloaded, MIII = Matrix Revolutions, FUM = Física UltraModerna, MO = Misticismo Oriental.

1.1 MO y Matrix

Seguramente muchos de los practicantes del Misticismo Oriental (Taoísmo, Hinduísmo y Budismo) se percataron de las analogías existentes entre estas formas de pensamiento y la Trilogía Matrix. Por ejemplo:
 Morfeo dijo:
"¿Qué es Real? ¿Puedes definir lo que es Real? Si por Real tomas lo que puedes sentir, oler, probar y ver, entonces real son simples señales eléctricas que te envía la Matrix y que interpreta tu cerebro (...) Has estado viviendo en un mundo de sueños, Neo".
Análogamente, el MO afirma que en este nivel de conciencia estamos en la ignorancia (AVIDYA) porque tendemos a identificar nuestras percepciones con la Realidad (= proceso de Maya). En palabras de Ashvaghosha:
"Todos los fenómenos del mundo son una manifestación ilusoria de la mente y carecen de realidad propia"
Esto prueba que la Trilogía Matrix es el nexo entre la forma occidental, lógica y categorizante de percibir el mundo y el estado de conocimiento "Trascendental" propio del MO. Matrix también toma prestados símbolos obvios del cristianismo y los fusiona con el MO, como que el trío MTN (Morfeo - Trinity - Neo) se asemeja al trío Padre -ES- Hijo, a la vez que el despertar espiritual de T Anderson- Neo se asemeja al despertar espiritual de S Gautama - Buda.

1.2 Matrix y FUM

Por otro lado, la evidencia empírica ha obligado a la Física a alejarse cada vez más de las reglas "Macroscópicas" de pensamiento, como si estas reglas fuesen Maya. Los electrones ahora son "funciones de onda", el espacio y el tiempo son una misma cosa y dependen del observador, las partículas son formas de energía en resonancia, etc.
 El Lama Anagarika Govinda afirmó que
"Ciertas experiencias de meditación son indescriptibles en el plano de conciencia tridimensional y en un sistema lógico de reducidas posibilidades de expresión que limita el proceso de pensamiento".

Es posible que el principal escollo para llegar a la tan buscada "Teoría del Campo Unificado" sea que los "cimientos" de la Física corresponden a principios que sólo son válidos en la Mecánica Newtoniana y en el Electromagnetismo. En otras escalas son totalmente inaplicables. Las metáforas de la Trilogía Matrix esconden referencias al MO que parecen ser alusiones para que los científicos prueben con nuevas formas de pensamiento al enfrentarse con aparentes paradojas:
" ¿No puede ser qué?¿REAL? (...) ¿Nunca has tenido un sueño que parecía ser real? Y si no pudieras despertar, ¿Cómo distinguirías el sueño de la realidad?"



(1.3 Un poco de Yin
Antes de continuar corresponde hacer un gran paréntesis. Este es un texto claramente Yang y sería imperdonable no complementarlo con algo de Yin. ¿Han pensado en Trinity? Ella tiene slots en su cuerpo, lo que significa que nació dentro de la Matrix. De haber perdido la virginidad, esto ocurrió dentro de la Matrix y las ilusiones no cuentan, así que al conocer a Neo la podemos visualizar virgen. Al ser liberada pasó a formar parte del equipo de Morfeo y, según MII, el Equipo de Morfeo no tiene tiempo para el amor, como queda claro con la vida de Link y con el fracaso entre Morfeo y Niobe. En MI vemos a Trinity lejana, callada y solitaria mientras estudia al supuesto Elegido. Cuando Trinity visita a la Pitonisa, ésta le dice que se enamoraría del Elegido, pero cuando Neo aparece lo vemos en otra y no tiene tiempo para aclarar las dudas de Trinity: ¿Es Neo realmente el Elegido? ¿Qué pasa si ella se enamora del hombre equivocado? El único momento que tuvieron para conversar sobre lo que sentían no lo pudieron aprovechar, porque el ruido del metro junto con un insistente teléfono no les permitió hacerlo. Neo afirmó tajante: " No soy el Elegido. Lo siento. Soy un tipo cualquiera", pero Trinity respondió: "No puede ser". Aquí vemos que el amor es relacionado con creer ciegamente en el otro y la fe de Trinity en Neo fue lo que permitió que éste pudiera resucitar)

2. ¿Qué es la Matrix?

Al igual que Neo en Matrix I, no es fácil aceptar la vacuidad intrínseca de las cosas. En palabras de Cypher: "creo que la Matrix puede ser tan real como uno quiera".


2.1 Resumen

Después de que la humanidad aplaudió el desarrollo de la Inteligencia Artificial, las máquinas de la nación 01 (actual Irak) se rebelaron frente a los brutales abusos sufridos y a continuación esclavizaron a sus Amos con el objetivo de aprovechar el metabolismo humano como fuente energética. Sergún el Acta de Rendición firmada el último día de existencia de la ONU:
"Su carne es una mera reliquia, un recipiente (...) Entreguen su carne y un nuevo orden les espera"

Para mantener a los seres humanos en funcionamiento, el Arquitecto creó un Simulador de Realidad (la Matrix), de modo que la vida de los humanos- baterías se desarrollaba sólo a nivel virtual. 
"Y esta es la esencia del Segundo Renacer (...) Benditas sean todas las formas de inteligencia"

Para que la Matrix pudiera ser aceptada, el Arquitecto introdujo dos factores en el programa:
- En el guión tenía que estar presente el sufrimiento
- En el guión tenía que haber nodos de elección (puertas, píldoras, etc.) para dar la apariencia de que se podía poner en práctica la libertad.
 Unos pocos humanos liberados habían conseguido huir a las profundidades de la Tierra y de vez en cuando burlaban a algunos Agentes- Firewalls y hackeaban pequeños sectores de la Matrix, liberando de este modo un par de mentes (normalmente jóvenes y aún no "fraguadas") al hacerlas concientes de la prisión en la que se encontraban. En palabras de Morfeo:
" A tu alrededor ves las mentes de las personas que queremos salvar, pero mientras no lo hagamos, ellos continúan siendo parte del Sistema (...) la gran mayoría no está lista para ser desconectada, y están tan habituados, son tan desesperadamente dependientes del Sistema, que incluso pueden llegar a ofrecer su propia vida por preservarlo"

La película parte mostrándonos la vida de ocho humanos liberados que buscaban en la Matrix al Elegido, la persona que liberaría a la humanidad de la esclavitud de las máquinas. Según la profecía (que al final resultó ser una forma más de control) el Elegido sería capaz de cambiar la Matrix a voluntad porque contaría con la habilidad de pensar muy rápido (Mouse utiliza la expresión "neurocinesis elevada"). Fuera de la Matrix, el Elegido es un hombre común y corriente, sin "superpoderes".
 En MI se desarrolla la idea de la Realidad como una ilusión (= el encanto de Maya) y el nacimiento del Elegido como el ser capaz de liberar a la humanidad del poder de Avidya. En MII se desarrolla la idea de que la libertad también es una ilusión, ya que nuestras decisiones estarían condicionadas por nuestra biología. Después de tomada la desición entra en acción la razón y esto se hace para encontrar una excusa "bonita" que justifique algo que fue netamente visceral. Según la Pitonisa:
" Tú no vienes aquí a tomar una desición. La desición la tomaste incluso antes de conocerla. Estás aquí para entender porqué fue que la escogiste" (MII)

Aquí vemos al Elegido a punto de hackear completamente a la Matrix, pero "arrugando" en el último momento porque sus sentimientos por Trinity estaban primero, independiente de lo que hubiera en las otras puertas (hubiesen dos o mil puertas la elección final siempre habría sido la misma). Según el Arquitecto esto demostraba que el Elegido era simplemente una Anomalía, un robot dependiente de la proporción de hormonas en su sangre.

2.2 Detalles Místicos Importantes

i) Sobre el Elegido
Su nombre es Tomás Anderson, alias Neo.
 * Tomás = "Ver para creer". Cuando Morfeo (la divinidad griega del mundo de los sueños) le mostró la Matrix a Neo, ocurrió el siguiente diálogo:
"-¡Déjenme salir! ¡No puede ser cierto! ¡No lo creo!
- Su cabeza va a explotar
 - Sólo respira, sólo respira (= ¿Yoga Pranayama?) "

Para el MO, el conseguir la Iluminación requiere de VER las cosas tal cual son. Esto quiere decir que "ver" significa realmente "salir de la ignorancia". En MI se insiste que la Realidad debe VERSE. No sirve de nada explicarla:
"Yo sólo puedo mostrarte la puerta, pero tú tienes que cruzarla (...) Desgraciadamente no se le puede contar a nadie lo que es la Matrix. Tienes que verla con tus propios ojos"
"-¿Por qué me duelen los ojos?
 - Porque nunca los habías utilizado"

Según la filosofía China:
"Si el Tao pudiera explicarse con palabras, todo el mundo se lo habría explicado a su hermano"

* El apellido del Elegido es Anderson = Ander - Son = Hijo del Hombre, el Salvador. Al respecto, el drogo Choi es el primero en aparecer reconociendo a Neo como El Salvador:
"¡Eres mi Salvador! ¡Mi propio Jesucristo!"
 

Por otro lado, en MII ocurre el siguiente diálogo budista:
"- Tú salvaste al Kid
 - Yo no lo salvé. El se salvó a sí mismo"
* Neo quiere decir "Nuevo". Neo era nuevo en el mundo real, incluso se le muestra Neo-nato cuando es rescatado por la Nabucodonosor después de documentar su "parto" (además Neo = One, el Elegido).
ii) El nombre "Trinidad" es una obvia alusión al cristianismo. Observemos que los Agentes- Firewalls eran tres, al igual que el trío liberador MTN.
iii) El traidor se llama Cypher, o Lu- Cypher = el ángel caído, como queda demostrado en el siguiente diálogo:
"- Pero su caída, ¿Qué significa?
- No significa nada
 (Cypher: ) La primera vez todos caen, ¿Verdad Trinity?"
 

Más tarde, Cypher aclararía que sólo es un demonio menor:
"Yo sólo soy un mensajero y te lo voy a demostrar (...) Si Morfeo tiene razón, será imposible desconectar a Neo. Tendrá que ocurrir alguna especie de milagro que lo evite. Porque ¿Cómo podría hacer de Elegido estando muerto?"

Cypher también tentó al Elegido al intentar apartarlo de su misión:
"¿Morfeo ya te explicó porqué te tiene aquí? ¡Cielos! ¿Cómo puedes dejar que te manipulen? Así que has venido a salvar al Mundo ¿Qué se responde frente a eso? Te voy a dar un consejo. Si ves a un Agente, haz lo que hacen todos: sólo corre"




3. Física UltraModerna

El modo de pensar binario de las Teorías Realistas Locales se muestra totalmente ineficaz al pedirle que nos aclare la realidad última detrás de las percepciones. Seamos sinceros: todos sabemos que en el fondo el amor es más que secreción de dopamina, del mismo modo que los agujeros negros nunca son verdaderas singularidades de radio cero.

3.1 Como se creó El Chip Mental 1.0

Desde la época de la Antigua Grecia, los pensadores occidentales fueron estableciendo los cimientos de lo que llamamos Ciencia. Estos cimientos corresponden a postulados "intuitivamente" correctos, pero como dijo Einstein:
"El sentido común corresponde a una sarta de prejuicios acumulados antes de los 18 años".
Estos cimientos dieron origen al "Chip Mental 1.0" que permitió el establecimiento de la Física Newtoniana y del Electromagnetismo. Las columnas que sustentan la ciencia anterior a 1900, se pueden agrupar en cuatro categorías:
i) Reglas Metafísicas
- La materia es distinta de la mente ("Pienso, luego existo" | ¿Fantasmas en las máquinas? )
- La materia está inmersa en el espacio y el tiempo fluye hacia el futuro a un ritmo uniforme
- El universo se guía por leyes escritas en lenguaje matemático y que pueden ser descubiertas mediante el Método Científico
- La explicación más sencilla tiende a ser la correcta ("Navaja de Ockham", acto de fe del que se burló Carl Sagan en "Contacto")
ii) Reglas de la Lógica Binaria
- De una hipótesis verdadera sólo se derivan conclusiones verdaderas
- La negación de la negación es la afirmación
- Las cosas no pueden estar en situaciones mutuamente excluyentes al mismo tiempo ("Principio de no contradicción")
iii) Reglas Matemáticas
- Transitividad (Si A= B y si B= C, entonces A= C)
- Reflexividad (A = A)
- Simetría (Si A= B, entonces B= A)
- El todo es exactamente igual a la suma de las partes (Reduccionismo o anti- sinergia)
- Un plano (2D) es un "array" de líneas (1D) y una línea es un "array" de puntos (0D)
iv) Principios Físicos
Las Teorías pre- 1900 se conocen como "Teorías Realistas Locales".
* El Primer término es "Teoría", lo que implica que se asume validado el proceso inductivo que sustenta la experimentación científica
* El término "Realista" valida el supuesto de que "hay algo allá afuera" que tiene existencia propia y que es independiente del observador. Ese algo puede ser cuantificado objetivamente con los aparatos de medición.
* El término "Local" significa que las interacciones viajan como máximo a la rapidez de la luz (3*108m/s)


3.2 El Chip 2.0

A principios de 1900 ciertos fenómenos físicos obligaron a poner en duda la validez del Chip 1.0. Los cimientos de la ciencia no se cambiaron por el mero gusto de cambiarlos, sino porque el empirismo estaba atestiguando el limitado margen de validez de los cuatro grupos de reglas anteriormente mencionados. En las escalas extremas micro y macroscópicas el Chip 1.0 se convertía en un verdadero estorbo para llegar a la verdad. Algunos de los hechos que dieron origen al Chip Mental 2.0 son los siguientes:
* Por el lado del Microcosmos:
- El Efecto Fotoeléctrico y la dualidad onda-partícula de la luz
- La radiación de Cuerpo Negro y la discretización (o cuantización) de la energía
- La descripción del átomo de hidrógeno como una superposición simultánea de estados macroscópicamente contradictorios ("Gato de Schrödinger")
* Por el lado del Macrocosmos:
- Se descubre que la Geometría sólo es una creación subjetiva del intelecto (Riemann)
- El espacio y el tiempo están fusionados. Lo que para un observador es espacio para otro puede ser tiempo.
- La gravedad altera las propiedades del Espacio Tiempo
 - Las propiedades físicas de los objetos cambian verdaderamente con el movimiento
El Chip 2.0 dio origen a una nueva Física emparentada con los Koanes del Budismo Zen (como que el escudo heráldico de Niels Bohr tiene en el centro el símbolo del Tao). A grosso modo, la "Física Moderna" corresponde a las dos Teorías de la Relatividad (para el Macrocosmos) y a la Mecánica Cuántica (para el Microcosmos). Lamentablemente ambas teorías son como el agua y el aceite y no hay como fusionarlas cuando se estudian fenómenos extremos que se encuentran en el límite de lo que llamamos realidad (por ejemplo cuando hay que describir lo que ocurre con una partícula pequeñísima que posee mucha carga eléctrica y una alta densidad de masa).
 Para desarrollar el Chip 2.0 fue necesario liberarse de algunas de las reglas del Chip 1.0, de acuerdo con el acertado consejo que cierto día dio un Pintor:
"No agotes tu inspiración ni tu imaginación: No te vuelvas esclavo de tu modelo" (Van Gogh)
Esto es similar a lo que dijo Morfeo en la azotea de un edificio virtual:
" Haz a un lado todo: el miedo, las dudas, la inseguridad (...) Libera tu mente"
 Según Animatrix:
"Si quieres llegar a la verdad, tienes que ser capaz de arriesgarlo todo"
Sin embargo, la verdadera revolución científica ocurrirá cuando se consiga desarrollar un único marco teórico para todo el cosmos y en ese marco se podrá describir con un único campo a las cuatro fuerzas del universo: las tres fuerzas ya fusionadas (electromagnetismo, fuerza nuclear y fuerza débil) junto con la esquiva gravedad. Esta teoría es la que buscó Einstein con tanto ahínco y será conocida como "Teoría del Campo Unificado", "Teoría de Todas las Cosas" y/o "Teoría M" (¿M de Matrix?)
Muchos científicos opinan que no se ha conseguido desarrollar la Teoría M debido a que falta un ingrediente en las ecuaciones. Siempre se ha ignorado un especial tipo de interacción: la interacción que se da entre las mentes y el resto del universo. Es un hecho innegable que las mentes existen y que interactúan con el universo ¿Y dónde está su representación matemática? ¿Qué pasaría si en vez de E = mc2 se cumpliera que E = mc2 + K* Pensamienton ? ¿ Qué tal si la información codificada binariamente en un spin- glass se pudiera convertir en materia y energía?


3.3.1 Hechos Irrefutables Sobre la Mente

 i) La Mecánica Cuántica explica que el colapso (instantáneo y no local) de la función de onda ocurre cuando se realiza una interacción macroscópica o "medición". ¿Y quién realiza las mediciones? Las mentes. Esto era bien conocido por los científicos de la Interpretación de Copenhague (+- 1920), pero no centraron sus esfuerzos en solucionar este asunto dado que era más urgente entender la cara tecnológica de la Mecánica Cuántica. Al final terminaron un poco enemistados:
"Einstein: Dios no juega a los dados
 Bohr: Deja de decirle a Dios lo que tiene que hacer"
Por otro lado, se sabe que la función de onda de un sistema se convierte en una mejor representación de éste a medida que se incluye una mayor cantidad de interacciones en la Ecuación de Schrödinger. Como es imposible incluir todas las interacciones, hay que conformarse con una aproximación. ¿Qué pasaría en el límite? Si pudiésemos incluir todas las interacciones, la solución de la Ecuación de Schrödinger correspondería a la función de onda que representa al Universo (y no a un subsistema) y, en este caso, la función de onda estaría revelando la unidad del cosmos. Según Ashvaghosha:
"Al entrar en el Equilibrio Mental de Pureza, se obtiene la intuición que nos hace percibir la unidad absoluta de todo el universo"
Por otro lado en MII se afirma que
"Nosotros controlamos a las máquinas porque somos nosotros los que podemos colocar el switch en off, ¿Verdad? Pero si hacemos eso las cosas que necesitamos dejarían de funcionar, el agua que bebemos dejaría de estar pura y no tendríamos electricidad. Entonces me pregunto, ¿Quién controla a quién?"
Un detalle importante: los seres humanos también forman parte del universo (no es tan cierto eso de "Pienso, luego existo"). Luego, si realmente queremos incluir todas las interacciones en la Ecuación de Schrödinger, es necesario incluir a los seis mil millones de seres humanos que hay en este planeta. Pero a diferencia de un ladrillo o de una estrella, el kit de Humano viene con mente incluída (lamentablemente no se venden por separado). ¿Cómo se incluye esta nueva variable en la Ecuación de Schrödinger?
ii) En la necesidad de objetivizar las propiedades físicas, los científicos se han visto obligados a considerar a sus aparatos de medición como árbitros imparciales e inapelables a la hora de definir lo que es Real. Imaginemos un objeto X. Si todos los aparatos de medición (o sensores) llegasen a indicar un incremento repentino de la masa de X, la conclusión del Chip 2.0 es que realmente ocurrió ese aumento de masa (se descarta la posibilidad de una "falla simultánea" de los aparatos).
Pues bien, la Teoría de la Relatividad explica que pueden ocurrir cambios en los principios que permiten el correcto funcionamiento de nuestros sensores. Sin embargo, el Chip 2.0 nos obliga a concluir... ¡Que lo que cambió fue la propiedad física! Así es como nacen los "Principios de Equivalencia": Si no se puede distinguir la Ilusión de la Realidad, la Física está obligada a tomar a la Ilusión como si se tratase de la Realidad... ¡Y llamarle Realidad! La Física UltraModerna (Chip 3.0, a medio hacer) tiene dificultades al intentar objetar este principio. Cuando los aparatos de medición fallan sistemática y masivamente, ¿Qué otra alternativa tenemos para obtener información del universo?
 Según el mismísimo Albert Einstein:
" La Realidad sólo es una Ilusión... pero una ilusión muy persistente"
Morfeo sabe lo que significa confundir la ilusión con la Realidad:
"¿Por qué te vencí? ¿Acaso mi rapidez y mi fortaleza tienen alguna relación con mis músculos en este lugar? ¿Por qué jadeas? ¿Crees que es aire lo que respiras?"
3.3.2 Ejemplos sobre como se le llama Realidad a la Ilusión.
 * Los aparatos que miden la gravedad cuantifican de un modo u otro la curvatura del EspacioTiempo. Esto significa que no se puede distinguir entre la curvatura "aparente" causada por estar referido a un Sistema Acelerado de Referencia v/s la curvatura "real" causada por la gravedad. Conclusión del Chip 2.0: "Las fuerzas inerciales son totalmente equivalentes a las fuerzas gravitacionales".
* El hecho de aceptar que todos los Sistemas Inerciales de Referencia son equivalentes implica que ya no se puede hablar de "Simultaneidad Absoluta". Conclusión del chip 2.0: el movimiento acorta los objetos y dilata el tiempo. La verdad no es esa. Lo que pasa es que todos los instrumentos de medición asumen que sí existe la simultaneidad absoluta, es decir, el movimiento corresponde a un fenómeno que altera el principio con que funcionan los instrumentos de medición. Según el Físico Robert Wald: 
"Desde luego es enteramente ilusorio el que O1 diga que la varilla métrica de O2 se ha encogido como consecuencia del movimiento de O2. Nada se ha encogido. Lo que ocurre es que O1 y O2 discrepan sobre la simultaneidad (... por lo tanto) la contracción de Lorentz y la dilatación del tiempo no son paradójicas. Son sólo reflejos del hecho de que no hay una noción absoluta de simultaneidad."
Obviamente hay gente que sólo puede funcionar con el Chip 1.0. Según Cypher en su "Apología a Avidya":
"¿Sabes? Yo sé que esta carne no existe. Sé que cuando la pongo en mi boca, la Matrix le está diciendo a mi cerebro que está jugosa y deliciosa. Después de nueve años, ¿Sabes qué es lo que pienso? Bendita sea la ignorancia" 
Según Cypher las apariencias no lo son todo:
"Es necesario ver la Matrix en código. Los compiladores de imagen sólo traducen la estructura, pero debajo de las apariencias hay mucha más información. Ya te acostumbrarás (...) Ni siquiero me concentro en el detalle del código. Ahora sólo veo rubias, morenas, pelirrojas..."
A pesar de ser capaz de ver la verdad que hay debajo de la niebla de las apariencias, Cypher prefería vivir bajo el encanto de Maya:
"- ¡Morfeo nos liberó!
- ¿A esto le llamas libertad? Todo lo que hago es hacer lo que él me ordena. Si tuviera que escoger entre esto y la Matrix, escogería la Matrix.
- ¡Pero la Matrix no es real!
 - No estoy de acuerdo. Creo que la Matrix puede ser tan real como uno quiera"


3.4 El Chip 3.0

El problema de la Mente y el de la objetividad de los aparatos de medición ha impulsado a un pequeño grupo de científicos a ver a las partículas no como objetos, sino como sucesos intermedios en una telaraña de canales de interacción. En este modelo, llamado "Teoría de la S- Matrix" (¿Casualidad de nuevo?) se observa la unidad fundamental del universo y un dinamismo permanente, dado que debajo de las apariencias estáticas, como la de una montaña, hay una miríada de canales por el que fluye energía sin cesar. Todo lo que existe parece corresponder a diversas manifestaciones de un mismo "Campo Unificado" (¿o Ch'i?)
 Según Albert Einstein:
"La materia está constituída por regiones del espacio donde el campo es extremadamente intenso (..) el campo es la única realidad"
Según la filosofía China:
" El Gran Vacío no puede componerse más que de Ch'i. Ese Ch'i no puede más que condensarse para dar origen a todas las cosas".
Y También:
"Cuando se sabe que el Gran Vacío está lleno de Ch'i, uno se da cuenta de que realmente no existe la nada" (= ¿concepto de vacío cuántico?)
Por su parte, la filosofía Japonesa afirma que:
"Cada objeto del mundo no es sólo él mismo, sino que incluye a todos los demás objetos y es, de hecho, todos los demás" (¿descripción de lo que ocurre con los hadrones?)
Así mismo, el Yoga lleva esta idea al extremo:
"El Universo completo está en tu interior"
(¿Les recuerda esta afirmación los conceptos de fractal, holograma y BootStrap?)
Continuando con la Teoría de la S- Matrix, hay que explicar que la "S" significa "Scattering" (dispersión) y proviene del hecho de que esta matriz la comenzó a utilizar Heisenberg en 1932 para modelar las dispersiones hadrónicas. En esta teoría (promovida por Geoffrey Chew, David Bohm, Fritjof Capra y otros) se observa que las partículas quedan bien definidas al describirlas no como objetos, sino como un paso intermedio en una red de interacciones (a fin de cuentas, lo que importa no son las cosas, sino lo que le ocurre a las cosas). En otras palabras, lo que nuestra mente macroscópica llama "partícula" corresponde realmente a un suceso, una zona del espacio con alta densidad de energía debido a fluctuaciones y resonancias en el Campo Unificado (o Ch'i).
 Según DT Suzuki:
"Los budistas conciben los objetos como sucesos y no como cosas o substancias (...) El concepto budista más cercano a ´cosa´ es sankhara y se puede traducir como 'hecho' o 'suceso' [o actividad mental]. Esto deja claro que los budistas comprenden nuestra experiencia en términos dinámicos de tiempo y movimiento"
Según el Buda:
"Todas las cosas compuestas son impermanentes", por lo tanto "Ni lo doloroso, ni lo perecedero, ni lo cambiante pueden ser el Yo. Luego, una condición necesaria para conseguir la Iluminación es entender que el Yo no puede ser ni el cuerpo, ni los sentimientos, ni la consciencia (...) Lo vivo nace para extinguirse. Nunca os rindáis" (Al igual que el slogan de MIII: "Todo comienzo tiene su fin") 
Morfeo por su parte dijo:
"¿Es tan difícil de creer? Tu ropa es diferente, tu apariencia cambió. Lo que ves ahora es una Imagen Residual, la proyección mental de tu ser digital"
Según Radhakrishnan:
"La vida no es ninguna cosa, ni el estado de una cosa, sino un continuo movimiento, un cambio".


3.4 ¿Cómo se construye la Matriz S?

 La S- Matrix para un deteminado sistema se construye apelando a los siguientes tres principios (¿Maya de nuevo?):
i) Los elementos de la matriz son "funciones cuánticas de probabilidad de interacción" normalizadas a uno. El paper EPR y la desigualdad de Bell dejaron claramente establecido que las probabilidades cuánticas no surgen de la ignorancia por parte del observador (los estados cuánticos no dependen de variables ocultas). Conclusión: ¿El universo es intrínsecamente aleatorio? La Lógica Difusa no nos permite concluir esto, dado que la negación de "determinista" no es necesariamente "aleatorio".
ii) Los elementos de la Matriz S no dependen del Sistema de Referencia (son invariantes). ¿Y si se pudiese definir Sistemas de Referencia privilegiados? Al respecto conviene pensar en los "Principios de Equivalencia". 
iii) Lo que normalmente se entiende como "Principio de Causalidad" se asume correcto, es decir, primero ocurre la causa y después el efecto. La verdad es que lo contrario no invalida el Principio de Causalidad, pero es más difícil de entender si sólo se piensa en un mundo con tres dimensiones espaciales y una temporal. Según Relatividad General las cuatro dimensiones (o las que sean) deben visualizarse fusionadas en un continuo "EspacioTiempo". Desde este nuevo punto de vista, el pasado, el presente y el futuro estarían fusionados e interpenetrados con el espacio.
Por lo tanto en este marco todo está estático, porque ahora el tiempo(X4) está incluído en el espacio y los eventos no se ven secuencialmente, sino como complejos dibujos totalmente terminados y formados por inmóviles hebras de energía (esto es lo mejor que se puede conseguir expresar con palabras sin apelar a las ecuaciones). Una mente conciente de este hecho puede dejar de pensar secuencialmente y pasar a hacerlo en paralelo, consiguiendo así el "Pensamiento Trascendental". Normalmente no estamos en ese estado, por lo que nuestra mente va descubriendo porciones del EspacioTiempo que interpretamos como una secuencia correlativa en el eje X4 (el universo se mueve a la velocidad de la luz, mientras que nuestra mente lo hace a apenas 100 bits/s). Lo cierto es que esas porciones del EspacioTiempo siempre han estado existiendo y para ser lo que son no necesitan de una mente que las vaya descubriendo.
Según Dogen Zenji:
"La mayoría de la gente cree que el tiempo pasa, siendo que realmente permanece siempre donde está. A la idea de pasar se le puede llamar tiempo, pero eso es sólo una idea, una abstracción incorrecta, puesto que el hecho de visualizar al tiempo como sólo pasando, evita ser capaz de comprender que realmente permanece"

Encontrados los elementos de la S- Matrix, se consigue visualizar el Sistema estudiado (que podría ser el Universo entero) como una complejísima telaraña siempre cambiante y con conexiones resumidas dentro de las funciones de onda cuánticas. Cada hebra de la telaraña corresponde a un canal de reacción, es decir, a la vía por la que un nodo (lo que interpretamos como partícula) puede interactuar con el resto del universo. El nodo es simplemente el cruce de muchos canales de reacción o conexiones. Las conexiones provenientes del resto del universo permiten que el nodo sea nodo y, a la vez, este nodo contribuye con la condición de resonancia que permite la existencia de los otros nodos, los que a su vez permiten que el primer nodo exista como tal. Esto implica que no puede existir en el universo una entidad verdaderamente aislada (sin conexiones).
Según Nagarjuna:
"Las cosas derivan su ser y su naturaleza a partir de su interdependencia mutua y en sí mismas no son nada",
Es destacable el hecho de que para estar asimilado en la Matrix sea necesario conectarse a esta.
Redefinamos la Matrix: la Matrix corresponde a un sistema donde los canales de reacción son virtuales, es decir, las reacciones no ocurren en el universo, sino que se simulan en el cerebro mediante impulsos eléctricos (¿Se parece algo al Mito de la Caverna de Sócrates?). Pero nuestros órganos de los sentidos son los equivalentes biológicos de nuestros instrumentos de medición. Luego, si nuestros sensores biológicos pueden ser "engañados" por la Matrix, entonces los instrumentos de medición pueden ser "engañados" por cambios en los principios que los sustentan. Como la Física Moderna no puede aceptar esto (si no se le cree a los instrumentos de medición, ¿entonces a qué?), los Principios de Equivalencia quedan automáticamente validados.

4. ¿Todo es Mente?

 Yo soy mis moléculas y átomos, mis huesos y músculos, pero también soy parte de un ecosistema inmenso que incluye al Sol, al espacio y al tiempo. Esto parece ser una verdad fractal. Mis moléculas y átomos siguen las leyes de la Mecánica Cuántica, pero el ecosistema global sigue las leyes de la Física Einsteniana. Estas dos teorías son tan antagónicas que parecen estar describiendo dos universos distintos, pero en mi persona ambas leyes conviven armónicamente, a pesar de ser matemáticamente imposible.


4.1 Ilusión v/s Realidad

El contraste entre Ilusión y Realidad queda estampado en el siguiente diálogo sobre el cereal de trigo:
"- Con un poco de imaginación puedes verlo como huevos
- O como un tazón de mocos
- ¿Probaste alguna vez el cereal de trigo?
- No, y técnicamente tú tampoco
- Ese es mi punto. Porque uno se pregunta, ¿Cómo es que las máquinas optaron por darle este sabor al cereal de trigo? Esto te hace dudar de tantas cosas, como del pollo. Tal vez las máquinas no sabían que sabor darle y por eso el pollo sabe a todo...
- [No podía faltar el Científico:] Esto es simplemente una proteína combinada con aminoácidos y complementos sintéticos. Es todo lo que tu cuerpo necesita
 - No tiene todo lo que mi cuerpo necesita (...) ¿Y qué te pareció la Chica de Rojo? Yo la escribí. La programé para que no hablara mucho, pero te puedo arreglar un encuentro más personal cuando lo necesites (...)
No te dejes amedrentar por estos hipócritas. Aquel que niega sus impulsos está negando aquello que nos hace verdaderamente humanos (...)" 
Pero el Buda explicó que para anular el sufrimiento debemos ser capaces de trascender a nuestros impulsos (Las Cuatro Nobles Verdades):
"Es imposible existir sin sufrir. El sufrimiento surge del deseo egótico de querer convertir lo perecedero en imperecedero. La anulación del deseo egótico permite trascender al sufrimiento. La anulación del deseo egótico se consigue siguiendo el Sendero Octuple: buena visión, buenas aspiraciones, buen lenguaje, buena conducta, buen modo de vivir, buen esfuerzo, buen conocimiento y buena contemplación"

(Aquí conviene recordar que "El Segundo Renacer" comienza con el loto de ocho pétalos y que los tripulantes de la Nabucodonosor eran ocho: Tank, Dozer, Mouse, Switch, Apoc, Cypher, Trinity y Morfeo)
Las palabras de Perséfone reafirman la lógica Budista:
"Que bello es el amor que se tienen. Lástima que cosas así no estén destinadas a durar por siempre"

Mucho placer genera sufrimiento, de acuerdo con las palabras del Psiquiatra Borys Cyrulnik:
"Es una Ley del Cerebro que demuestra que cuando se estimula demasiado la zona del placer, el exceso de estimulación termina por estimular la zona del sufrimiento"

Por lo tanto, el camino correcto es el "Medio de Oro" Chino o la "Vía Intermedia" Budista:
"Si aprietas demasiado la cuerda de la veena, ésta va a terminar cortándose, pero si la dejas muy suelta, la veena va a sonar mal. Lo mejor es el Punto Medio"

Por otro lado, los dichos del Agente Smith coinciden con las conclusiones de Buda:
"La Matrix fue desarrollada como un mundo perfecto. Fue un desastre y se perdieron cosechas completas de humanos. Yo pienso que los humanos definen su realidad de acuerdo con el sufrimiento. Por eso es que el mundo perfecto fue algo que sus primitivos cerebros rechazaban (...) Como los dinosaurios, ustedes también tuvieron su oportunidad y la perdieron, porque al hacernos pensar por ustedes, este mundo se convirtió en nuestro mundo"

Lo que viene a continuación es una plegaria Budista insertada en una película Hollywoodense. Aquí vemos al Agente Smith solicitando que Morfeo le muestre el sendero para acceder al Nirvana:
"Yo odio este lugar, este zoológico, esta prisión (...) No puedo soportarlo más (...) Tengo que salir de aquí, tengo que alcanzar mi liberación (...) Y en tu mente está la clave que me permitirá conseguirlo"

Para escapar del Avidya es necesario superar las reglas del Chip 1.0:
"- Donde otros han fallado, tú tendrás éxito, porque la fuerza y rapidez de los Agentes radican en un mundo basado en reglas. Es por eso que nunca tendrán la fuerza y rapidez que tú conseguirás desarrollar.
- ¿Me estás diciendo que algún día podré esquivar las balas?
 - No, Neo. Lo que te estoy diciendo es que cuando estés listo ni siquiera necesitarás esquivarlas"
 

Según el Mundaka Upanishad:
"Tomando como arco la potente arma de la Sabiduría, debes colocar allí la flecha de la meditación. Ténsala con un pensamiento dirigido a la esencia misma de la Realidad TodoAbarcante, y da en el blanco imperecedero, amigo mío."



4.2 El Universo de la Participación

La caracterísitica más importante de la S- Matrix es que el cálculo de los elementos que contienen la información del sistema se apoya en tres reglas que provienen de la forma en que las mentes captan el universo (independencia del Sistema de Referencia, uso de probabilidades cuánticas normalizadas a uno y Principio Estándar de Causalidad). Si las mentes desarrollasen nuevas formas de percibir el universo... ¿Cambiarían los elementos de la Matriz S? Depende. Si el cambio en la percepción es sustantivo, los elementos de la S- Matrix tendrían que cambiar radicalmente. ¿Entienden lo que estoy diciendo? Si las mentes cambian, entonces la estructura del universo también. O sea, el observador y lo observado forman más que un sistema: son indistinguibles. Parece ser que todo es mente, o en palabras de Ashvaghosha:
"Cuando la mente está confusa, se produce la multiplicidad de las cosas. Cuando la mente está tranquila, desaparece la multiplicidad de las cosas"

Según el "Huerfanito DoblaCucharas":
"- No trates de doblar la cuchara. Eso es imposible. Para hacerlo sólo tienes que ser consciente de la verdad
- ¿Qué verdad?
 - Que la cuchara realmente no existe. Y cuando lo comprendas, te darás cuenta que no es la cuchara lo que hay que doblar, sino tu mente"

Según el Lankavatira Sutra: 
"Lo que parece ser externo no existe en realidad. Es la mente la que se ha multiplicado (...) Todas estas cosas, te digo, no son más que mente"

Finalizo con las palabras de Krishna al Príncipe Arjuna y espero que sirvan de aliento para todo aquel que quiera llegar a la verdad:

Mata, pues, con la espada de la sabiduría, la duda nacida de la ignorancia que yace en tu corazón. Se uno en el yoga, en armonía contigo mismo. Y levantate, oh Gran guerrero, levantate.

..

fuente:SinParadigmas

12.5.12

El Sistema Se Autodestruye - Señales del Apocalipsis

por Manuel Freytas

Las siete plagas de la destrucción parecen haberse desatado sobre el planeta y la humanidad nivelada y regida por el sistema capitalista.
Es como si hubiera estallado un aviso de Apocalipsis. Pero no se trata de la Biblia ni de la ira de Dios. Se trata de una acción-reacción matemática. Se trata de un principio de acumulación de factores. Una ecuación numérica. Sumas y restas, de acciones irracionales que llevan a un desenlace interactivo. Tres líneas del Apocalipsis que avanzan hacia un solo desenlace.
La destrucción del planeta con nosotros sobre él. Y lo peor: Nadie lo puede detener.
Es como si al sistema, que se quedó impune y sin enemigos, le hubiera llegado la hora de la implosión. De una autodestrucción asegurada, como emergente de su propia acción depredadora a escala planetaria.
¿El castigo de Dios? No, el castigo de la vida.
Una lección última del Universo totalizado, a un sistema asesino que se erigió en "mundo único" matando al propio cerebro humano y pasando por encima de las leyes de la lógica y el sentido común.
No se trata de una profecía bíblica ni de una teoría conspirativa. Se trata de un emergente matemático: El planeta Tierra está en crisis. Y la crisis (completamente mensurable y analizable) no es un fenómeno aislado.
Es un fenómeno interactivo y totalizado:
económico
político
social
medio ambiental
No se trata de procesos aislados, sino de un colapso sistémico.
Y de un resultante:
La destrucción y el suicidio colectivo de la humanidad programada solo para consumir y votar presidentes en la más completa ignorancia del sistema que rige y ordena su vida.
Es como si hubiera estallado un aviso de Apocalipsis:
Terremotos, lluvias de una intensidad inusitada en todo el hemisferio sur, nevadas históricas en el este norteamericano y el norte europeo, sequías devastadoras en las mismas regiones donde no hace mucho las inundaciones arrasaban a poblaciones enteras.
Aludes, incendios forestales, crecidas de ríos y océanos, deshielos monumentales, hambrunas masivas, manchas de petróleo extendiéndose como una macha asesina de la vida, como la que ya se instaló en el sur de EE.UU.
El clima estalla encadenadamente en diversos frentes, la economía mundial colapsa y se derrumba el modelo económico financiero a escala planetaria, los desocupados, marginados y hambrientos ya ascienden a la mitad de la población humana, y los conflictos intercapitalistas por los mercados y recursos estratégicos están generando y elevando un clima de tensión militar mundial alimentado por una carrera armamentista nuclear.
El sistema capitalista, como acción y como resultante es irracional, no planificado y (salvo la búsqueda de rentabilidad y de concentración de riqueza en pocas manos) carece de lógica estratégica para preservar y proteger racionalmente al planeta de su propia acción depredadora y destructiva.
Para la mayoría de los científicos esos fenómenos catastróficos son la consecuencia natural de la contaminación y la destrucción del planeta. Para otros es una señal mística del "fin del mundo".
Los científicos y funcionarios que "alertan" sobre la catástrofe ambiental, no la relacionan con la propiedad privada capitalista, con la búsqueda de rentabilidad y concentración de riqueza en pocas manos, con la sociedad de consumo y con las trasnacionales y bancos que controlan los recursos naturales y los sistemas económicos productivos sin planificación, y sólo orientados a la ganancia privada en todo el planeta.
En todas las cumbres sobre "cambio climático" sólo se habla de "impacto ambiental", de "emisiones contaminantes" que destruyen el planeta, sin profundizar en las raíces y causalidades del sistema capitalista que las produce.
Esta omisión (cómplice y conciente) permite hablar de la "víctima" (el planeta y la mayoría de la humanidad) sin identificar al "criminal" (los grupos y empresas capitalistas que concentran activos y fortunas personales depredando y destruyendo irracionalmente el planeta).
La irracionalidad (la no consideración de emergentes o de efectos colaterales nocivos y/o destructivos) convierte a las empresas capitalistas en depredadoras del medio ambiente (ríos, fauna, y animales incluidos) por la sencilla razón de que no actúan siguiendo intereses sociales generales (la preservación del planeta y de las especies), sino en la búsqueda de intereses particulares (la preservación de la rentabilidad y la concentración de riqueza privada).
En este contexto, las cumbres para hablar del calentamiento global y de los cataclismos en ascenso, siempre terminan en un fracaso a causa de los intereses enfrentados y las guerras por los mercados que predominan en el sistema capitalista.
Qué tienen que ver entre sí las catástrofes seriales (entre ellas los terremotos) con la crisis económica, la crisis social y la crisis nuclear? En primer lugar, todas ellas se interrelacionan a partir de su pertenencia y vertebración dentro de un sistema: El capitalismo.
En resumen, las crisis (algunas reales y otras potenciales) son la expresión, en distintos escenarios y niveles, de una sola gran crisis:
La del sistema capitalista que rige el mundo desde hace 500 años concebido como "civilización única".
Y el planeta (con nosotros sobre él, y en manos de la demencia nivelada del sistema capitalista) solo acumula Apocalipsis matemático implícito en su naturaleza depredadora y criminal.
Se trata de reconvertir los planos bíblicos de la Profecía:
donde dice "Dios", hay que decir "Sistema"
donde dice "Diablo", hay que decir "Capitalismo"
Por todos los caminos se llega al Apocalipsis.
El sistema capitalista está fundado sobre las matemáticas (suma, multiplicación y resta) y un axioma original para construir la plusvalía:
Comprar barato, vender caro, y generar rentabilidad privada con el trabajo social.
Aunque para ello tenga que condenar al hambre y a la pobreza a una masa mayoritaria (y creciente) de seres humanos y destruir el planeta que los contiene.
Y los tres Apocalipsis que signan los emergentes y la decadencia (todavía controlada) del sistema dominante también llegan por acumulación matemática.
El Apocalipsis social llega por acumulación matemática de hambrientos, desocupados y pobres a escala mundial.
El Apocalipsis natural llega por acumulación matemática de destrucción medio ambiental a escala planetaria.
El Apocalipsis nuclear llega por acumulación matemática de conflictos militares (intercapitalistas) por la supervivencia de las potencias dentro del sistema.
En su dinámica histórica concentradora de riqueza en pocas manos (y como producto de la propiedad privada explotada sin planificación) el capitalismo ha depredado los ríos, la fauna y los bosques, produciendo las condiciones para un "Apocalipsis natural" de la mano del calentamiento global y de la extinción de los recursos naturales esenciales.
En un segundo frente, las guerras intercapitalistas por la conquista de mercados y el negocio con el armamentismo han creado las condiciones para un "Apocalipsis nuclear" de la mano de los arsenales atómicos que las potencias centrales acumulan como "efecto disuasivo" contra sus rivales, y cuya utilización efectiva nadie puede prever en el futuro.
Y hay un tercer frente que se suma:
La plaga del hambre, de la exclusión social y del desempleo que ya se extiende como una epidemia por las áreas empobrecidas del planeta generando las condiciones para un "Apocalipsis social".
No hace falta mucha imaginación (el fenómeno ya se verifica en la realidad) para mensurar el factor apocalíptico masivo que representaría para el sistema el avance de ejércitos de hambrientos buscando comida para supervivir en las grandes urbes, enfrentando con la violencia a la represión militar o policial.
En resumen, el Apocalipsis no es una profecía bíblica o una teoría conspirativa, forma parte de tu propia realidad existencial y planetaria que el sistema esconde para mantenerte en la ignorancia.
Cuando escuches sobre un nuevo terremoto o una tragedia masiva, solo estarás viendo una nueva parte descompuesta del Apocalipsis. Hasta que llegue el desenlace.
Y no será la obra de Dios o del Diablo, sino un emergente (extremo) del sistema.
Pura lógica matemática...

 fuente: WebIARNoticias

8.5.12

LA ESPECIE

de John Shirley y William Gibson

Pudo haber sido en el Club Justine, o en Jimbo's, o en el Sad Jack's, o en el Rafters; Coretti nunca estuvo seguro de dónde la vio por primera vez. Ella podría haber estado en cualquier momento en cualquiera de esos bares. Buceaba entre la submarina semivida de las botellas y las copas y las lentas volutas del humo de tabaco... se movía en su elemento natural, bar tras bar.
Ahora, Coretti recordaba el primer encuentro como si lo viese por el lado equivocado de un potente telescopio: pequeño, nítido y muy lejano.
Se había fijado en ella por primera vez en el Salón Clandestino. Se llamaba Clandestino porque se entraba por un angosto callejón trasero. Las paredes del callejón estaban atiborradas de graffiti; las luces enrejaladas salpicadas de mariposas nocturnas. Bajo los pies crujían las escamas de pintura que se desprendían de los ladrillos pintados de blanco. Y luego se entraba en un sombrío espacio habitado por una impresión ligeramente desorientadora de la media docena de bares diferentes que, en el mismo local y bajo distintas administraciones, habían probado suerte y habían fracasado.
Coretti iba a veces porque le agradaba la cansada sonrisa del barman negro, y porque los escasos clientes rara vez trataban de ponerse sociables.
No era muy buen conversador frente a desconocidos, ni en fiestas ni en bares.
Era muy bueno en el colegio local, donde enseñaba introducción a la lingüística; podía hablar con el jefe del departamento sobre secuencialización y opciones en aperturas de diálogos. Pero nunca podía hablar con extraños en bares o en fiestas. No iba a muchas fiestas. Iba a muchos bares.
Coretti no sabía vestirse. La ropa era un lenguaje y Coretti un tartamudo de la indumentaria, incapaz de formular esa especie de enunciado básico, coherente y con estilo que transmite comodidad a los desconocidos. Su ex esposa solía decirle que se vestía como un marciano; que su aspecto era el de alguien que no pertenecía a ninguna parte de la ciudad. Nunca le había gustado oírlo, porque era cierto.
Nunca había conocido a una chica como la que estaba sentada con el dorso ligeramente arqueado a la luz suboceánica que se derramaba por la barra del Clandestino. La misma luz que se atornillaba en las lentes de las gafas del camarero, que se enroscaba en los cuellos de las botellas, que salpicaba opacamente el espejo. En aquella luz el vestido de la chica tenía el verde de las mazorcas jóvenes, como el de una vaina a medio pelar que mostraba la espalda, el valle de los senos, y gran parte de los muslos por los cortes laterales. Esa noche el pelo de ella era cobrizo. Y esa noche, los ojos de ella eran verdes.
Coretti avanzó resueltamente entre las desiertas mesas de cromo y fórmica hasta que llegó a la barra, donde pidió un bourbon puro. Se quitó el abrigo de tres cuartos con capuchón y lo recogió en el regazo para sentarse a un taburete de ella. Estupendo, gritó para sus adentros, pensará que estás escondiendo una erección. Y se sorprendió al advertir que tenía una erección que esconder. Se estudió en el espejo que había tras el mostrador: un hombre de unos treinta años, de pelo oscuro y menguante, con un rostro estrecho sobre un pescuezo largo, demasiado largo para el cuello abierto de una camisa de nailon estampada con dibujos de automóviles de 1910 en tres vivos colores.
Llevaba una corbata de anchas diagonales marrones y negras, demasiado estrecha, supuso, para las puntas del cuello, que ahora le parecían grotescamente largas. O no combinaba el color. Algo pasaba.
Junto a él, en la oscura claridad del espejo, la mujer de ojos verdes parecía Irma La Douce.
Pero mirando más de cerca, estudiando ese rostro, se estremeció. La cara de la chica era como la de un animal. Una cara hermosa, pero simple, astuta, bidimensional. Cuando sienta que la estás mirando, pensó Coretti, te brindará la sonrisa, la mueca desdeñosa, o lo que sea que esperas.
Impulsivamente, Coretti dijo: —¿Puedo, eh..., invitarte a una copa?
En momentos como ése, Coretti se veía poseído por un agónico y rígido tic lingüístico.
Ah.
Dio un respingo.
 Ah.
—¿Quieres, ah... invitarme a una copa? Pues, qué amable de tu parte —dijo ella, desconcertándolo—. Eso estaría muy bien. —Muy de lejos, Coretti notó que esa respuesta había sido tan formal e insegura como su invitación. La chica agregó—: Un Tom Collins sería perfecto para esta ocasión.
¿Para esta ocasión? ¿Perfecto? Azorado, Coretti pidió dos tragos y pagó.
Una mujer grande con téjanos y una camisa vaquera con encajes se apoyó a su lado en la barra y pidió cambio al barman. —Vaya, vaya —dijo. Luego caminó ampulosamente hasta la máquina de discos y tecleó la de Conway y Loretta: «Tú eres la razón de que nuestros hijos sean feos». Coretti se volvió hacia la mujer de verde y murmuró, atropelladamente:
—¿Te gusta la música country?
¿Te gusta...?
—Se hizo un reproche secreto por haber formulado así las cosas, y trató de sonreír.
—Sí, mucho —respondió ella, con un levísimo timbre en la voz—. Me gusta mucho.
La vaquera se sentó junto a él y le preguntó a chica: —¿Te está molestando el monstruito éste?
Y la mujer de verde y ojos de animal replicó: —Oh, qué va, cielo, me gusta. —Y se rió. La risa estrictamente necesaria. El dialectólogo que había en Coretti se movió incómodamente: un cambio de expresión e inflexión demasiado perfecto. ¿Una actriz? ¿Una mimo con talento? La palabra mimético le vino de golpe a la mente, pero la dejó a un lado para estudiar el reflejo de la mujer en el espejo; las hileras de botellas le ocluían los senos como una túnica de vidrio.
—Me llamo Coretti —dijo él, mientras el duende verbal lo llevaba bruscamente a un estilo de tipo rudo nada convincente—. Michael Coretti.
—Encantada —dijo ella, con voz demasiado baja para que la otra mujer la oyese, y cayendo, una vez más, en una mediocre parodia de Emily Post.
—Conway y Loretta —dijo la vaquera a nadie en particular.
—Antoniette —dijo la mujer de verde, e inclinó la cabeza. Terminó el trago, fingió mirar un reloj, dijo gracias-por-la-copa con excesiva cortesía y se marchó.
Diez minutos después, Coretti la seguía por la Tercera Avenida. Nunca en su vida había seguido a nadie, y aquello lo aterraba y excitaba al mismo tiempo. Doce metros le parecían una distancia discreta, pero, ¿qué haría si ella miraba hacia atrás?
La Tercera Avenida no es una calle oscura, y fue allí, a la luz de un poste, como la de un reflector de teatro, donde ella empezó a cambiar. La cañe estaba desierta.
Ella estaba cruzando la calle. Bajó de la acera y empezó. Comenzó con tonos en el pelo; al principio Coretti pensó que serían reflejos de luz. Pero allí no había neón que proyectase las manchas de color que aparecieron; colores que se deslizaban y se fundían como manchas de aceite.
Luego, los colores se disolvieron y a los tres segundos era rubia albina. Pensó otra vez que se trataba de un juego de la luz hasta que el vestido comenzó a retorcerse, arrugándose sobre el cuerpo como un plástico ajustable. Una parte cayó por completo y quedó en la calzada como un jirón rizado, extendida como la piel de un animal fabuloso. Cuando Coretti pasó al lado, era una chisporroteante espuma verde que se disolvía, consumiéndose. Cuando volvió a mirarla, el vestido de la chica era otro, un raso verde de reflejos cambiantes. También los zapatos habían cambiado.
Tenía los hombros descubiertos salvo por delgadas cintas que le cruzaban la parte más estrecha de la espalda. El pelo era ahora corto, erizado.
Descubrió que estaba apoyado en la vitrina ahumada de una joyería; que el aliento le salía entrecortado y áspero en la humedad de esa noche de otoño. Oyó los latidos de la discoteca, a dos calles de distancia. Los movimientos de ella adoptaron sutilmente un nuevo ritmo: un cambio de énfasis en el balanceo de las caderas, en el modo en que apoyaba los tacones en el pavimento. El portero la dejó pasar con una vaga inclinación de cabeza. Detuvo a Coretti, examinó su licencia de conducir y frunció el ceño al verle el abrigo de capucha. Ansioso, Coretti rastreó con los ojos el aluvión de luces en lo alto de la lechosa escalera de plástico que había detrás del portero. Allí había desaparecido ella, entre los destellos robóticos y el estruendo redundante.
El hombre lo dejó pasar de mala gana; Coretti subió a trancos la escalera, haciendo temblar las luces bajo los translúcidos escalones de plástico.
Nunca había estado en una discoteca; se encontró en un entorno diseñado para la satisfacción total por medio de la distracción. Nervioso, se abrió paso entre el movimiento y los estilos y los mecánicos cantos urbanos que estallaban en los altavoces. La buscó casi a ciegas por la pista de baile atiborrada de figuras inmóviles en la luz estroboscópica.
Y la encontró en la barra, bebiendo un trago en un vaso alto y extravagante y escuchando a un  joven vestido con una holgada camisa de seda clara y pantalones negros muy ceñidos. Ella asentía a intervalos que Coretti consideró apropiados. Coretti pidió una botella de bourbon. La chica bebió cinco de esos tragos largos y luego siguió al joven hasta la pista de baile.
Se movía en perfecta armonía con la música, mostrando una serie de poses; ejecutó toda la secuencia prescrita, con gracia pero sin arte, acoplándose perfectamente. Siempre, siempre acoplándose a la perfección. Su compañero bailaba de modo mecánico, haciendo con esfuerzo los movimientos del ritual.
Terminado el baile, la chica se volvió abruptamente y se perdió entre la gente. La masa movediza se cerró sobre ella como si se hubiera derretido.
Coretti se zambulló tras ella, sin quitarle los ojos de encima, y fue el único que advirtió el cambio. Cuando llegó a la escalera, la chica tenía el pelo castaño rojizo y llevaba un vestido largo de color azul. Una flor blanca le asomaba entre el pelo, detrás de la oreja izquierda; el pelo era ahora más largo y liso. Los pechos se le habían agrandado un poco, y las caderas eran un tanto más pesadas. Subió las escaleras de dos en dos, y Coretti empezó a temer por ella. Todos esos tragos.
Pero el alcohol no parecía hacerle ningún efecto.
Coretti la siguió sin perderla de vista ni un instante, con el corazón latiéndole más rápido que las disco-pulsaciones que dejaba a sus espaldas, convencido de que en cualquier momento ella se volvería, lo miraría furibunda, pediría auxilio.
Recorridas dos manzanas de la Tercera Avenida, dobló hacia Lothario's. Ahora tenía algo distinto en el modo de andar. Lothario's era un tranquilo conjunto de salas decoradas con helechos y espejos Art Deco. Del techo colgaban lámparas imitación Tiffany que se alternaban con ventiladores de aspas de madera cuya rotación era demasiado lenta para agitar las volutas de humo que flotaban a la deriva entre el zumbido conscientemente leve de las conversaciones. Después de la ruidosa discoteca, Lothario's resultaba familiar y reconfortante. Un pianista de jazz en mangas de camisa de rayas finas y corbata de nudo holgado competía suavemente con las charlas y las risas de una docena de mesas.
La chica estaba en la barra; sólo la mitad de los taburetes estaban ocupados, pero Coretti se decidió por una mesa junto a la pared, a la sombra de una palmera enana, y pidió un bourbon.
Se tomó el bourbon y pidió otro. Esta noche no sentía mucho el alcohol.
La chica estaba sentada junto a un joven, otro joven con el acostumbrado conjunto de facciones blandas y regulares. Ella le rozaba apenas el muslo con el suyo. No parecían estar hablando, pero Coretti tuvo la impresión de que se comunicaban de algún modo. Se inclinaban el uno hacia el otro, ligera, silenciosamente. Casoretti se sintió incómodo. Fue a los lavabos y se mojó la cara. De regreso, se las arregló para pasar a menos de un metro de ellos. Los labios de ellos no se movieron hasta que él estuvo cerca.
Se turnaban para musitar palabras realistas:
—...vi sus primeras películas, pero...
—Pero él es bastante inmoderado, ¿no te parece?
—Claro, pero en el sentido de que...
Y por primera vez, Coretti supo lo que eran, lo que debían ser. Eran de la especie que se ve en los bares, que parecen genuinamente cómodos allí. No son borrachos, sino artefactos humanos.
Parte de la instalación. Pertenecen a ese sitio.
Algo en él ansiaba un enfrentamiento. Llegó a su mesa, pero descubrió que no podía sentarse.
Dio media vuelta, tomó aliento y caminó rígidamente hacia la barra. Quería darle a la chica un golpecito en el sedoso hombro y preguntarle quién era, y qué era exactamente, y señalar la fría ironía del hecho de que fuese él, Coretti, el que se vestía como un marciano, el que espiaba conversaciones, el forastero, el de la ropa y la conversación que nunca encajaban, quien había por fin adivinado su secreto.
Pero no se atrevió, y no hizo más que sentarse junto a ella y pedir un bourbon.
—Pero, ¿no crees —preguntó ella a su compañero— que todo eso es relativo?
Los dos taburetes detrás del acompañante fueron rápidamente ocupados por una pareja que hablaba de política. Antoinette y Camisa de Golf entraron en el tema político como si nada, reciclando, levantando el volumen de la voz lo estrictamente necesario para ser escuchados. El rostro de ella, al hablar, no mostraba ninguna expresión. Era un pájaro gorjeando en una rama.
Estaba tan cómodamente sentada en el taburete que parecía instalada en un nido. Camisa de Golf pagaba los tragos. Siempre tenía la cantidad exacta, a menos que quisiera dejar una propina.
Coretti los vio consumir metódicamente seis cocteles cada uno, como insectos chupando néctar.
Pero en ningún momento subieron la voz, ni se les enrojecieron las mejillas, y cuando al fin se levantaron, lo hicieron moviéndose sin la menor huella de ebriedad: un defecto, pensó Coretti, un punto débil de su camuflaje.
No le prestaron la más mínima atención mientras los seguía a tres bares sucesivos.
Al entrar en el Waylon's, pasaron por una metamorfosis tan rápida que a Coretti le costó seguir las fases del cambio. Era uno de esos sitios donde en las puertas de los lavabos hay placas que dicen «Pointers» y «Setters», y una plaquita en imitación de madera de pino en los recipientes de charqui y salchichas en salmuera:
Tenemos un trato con el banco. Ellos no sirven cerveza y nosotros no aceptamos cheques.

En el Waylon's era gorda y con ojeras oscuras. Tenía manchas de café en el conjunto de poliéster. El hombre que la acompañaba vestía téjanos y camiseta, y llevaba una gorra roja de béisbol con un parche rojo y blanco de Peterbilt. Coretti casi los perdió mientras pasaba un frenético minuto en el «Pointers», parpadeando desconcertado frente a un letrero de cartón escrito a mano que decía:
Apuntamos al buen servicio; apunte usted también al servicio, por favor.

La Tercera Avenida se perdía cerca de los muelles en una petrificada maraña de ladrillos. En la última manzana, la calzada estaba marcada a intervalos por vómitos brillantes; un anciano dormitaba frente a televisores en blanco y negro, sellados para siempre tras los turbios ventanales ahumados de hoteles decadentes.
El bar que allí encontraron no tenía nombre. Un as de diamantes se desmoronaba poco a poco en la ventana sin lavar; el barman tenía cara de puño cerrado. Un transistor FM de marfil plástico ofrecía rock suave a las irregulares filas de mesas desiertas. Bebieron cerveza y aguardiente. Eran viejos ahora, dos nulidades que bebían y fumaban a la luz de bombillas desnudas, tosiendo frente a un paquete de arrugados Camel que ella sacó del bolsillo de un mugriento impermeable marrón.
A las dos y veinticinco de la mañana estaban en la terraza del nuevo hotel que se alzaba sobre el muelle. Ella llevaba un vestido de noche y él iba de traje oscuro. Bebían coñac y fingían admirar las luces de la ciudad mientras Coretti los observaba tras dos onzas de Wild Turkey servido en un vaso de cristal Waterford.
Bebieron hasta la hora de cerrar. Coretti entró con ellos en el ascensor. Sonrieron por cortesía, pero aparte de eso no le hicieron caso. Había dos taxis frente al hotel; ellos tomaron uno, Coretti el otro.
—Siga a ese taxi —dijo Coretti atropelladamente mientras enseñaba los últimos veinte dólares al avejentado conductor hippie.
—Claro que sí, hermano, claro que sí... —El taxista siguió al otro taxi durante seis manzanas hasta llegar a otro hotel, éste más modesto. Ellos bajaron y entraron. Coretti bajó despacio del taxi, respirando ruidosamente.
Estaba muerto de envidia: por la personificación de la conformidad, esa mujer que no era una mujer, ese empapelado humano. Coretti miró hacia el hotel, y perdió la calma. Dio media vuelta.
Caminó hasta su casa. Dieciséis manzanas. En un momento dado advirtió que no estaba borracho. Nada borracho.
Por la mañana llamó para suspender su clase de primera hora. Pero la resaca no llegaba. No tenía la boca reseca, y al mirarse en el espejo del baño vio que no tenía los ojos enrojecidos.
Por la tarde durmió, y soñó con gente de caras ovinas, reflejadas en espejos detrás de hileras de botellas.
Esa noche salió a cenar, solo, y no comió nada. La comida le devolvía la mirada, de alguna forma. La revolvió en el plato para que pareciera que había comido un poco, pagó y se fue a un bar.
Y a otro. Y a otro bar, buscándola. Ahora usaba la tarjeta de crédito, si bien ya tenía la Visa muy sobrecargada. Si vio a la chica, no la reconoció.
A veces vigilaba el hotel donde la había visto entrar. Observaba detalladamente a cada pareja que llegaba y salía. No porque pudiese reconocerla tan sólo por el aspecto, pero tenía que haber una
sensación, una especie de reconocimiento intuitivo. Observaba a las parejas y nunca estaba seguro.
Durante las semanas siguientes visitó de manera sistemática hasta el último agujero de la ciudad donde sirvieran alcohol. Armado al principio con un plano y cinco Páginas Amarillas arrancadas, fue avanzando hasta los locales más tenebrosos, sitios con números telefónicos que no aparecían en las listas. Algunos ni siquiera tenían teléfono. Se hizo socio de dudosos clubs privados, descubrió refugios que funcionaban fuera de horario y sin licencia, a los que había que llevar la propia consumición, y se sentaba nerviosamente en oscuras salas dedicadas a espacios de sexualidad marginal cuya existencia desconocía.
Pero continuó en lo que había de convertirse en su circuito de todas las noches. Comenzaba siempre por el Clandestino. Ella nunca estaba allí, ni en el sitio siguiente, ni el siguiente. Los camareros lo conocían, y les agradaba verlo llegar, porque consumía continuamente y no parecía emborracharse nunca. Tal vez miraba a los demás clientes con algo de insistencia, ¿y qué?
Coretti perdió el empleo.
Había faltado demasiadas veces a clase. Le había dado por vigilar el hotel cada vez que tenía tiempo, hasta de día. Lo habían visto en demasiados bares. No parecía mudar nunca de ropa.
Rechazaba clases nocturnas. Interrumpía una clase por la mitad para quedarse mirando distraídamente por la ventana.
Se sintió secretamente contento por el despido. En el restaurante universitario lo miraban con extrañeza al ver que no podía comer. Y ahora disponía de más tiempo para la búsqueda.
Coretti la encontró a las dos y cuarto de la madrugada de un miércoles en un bar gay llamado El Establo. El local, de paredes cubiertas con planchas de madera rústica decoradas con cabestros y oxidados implementos agrícolas, era una estridencia de perfumes, risas y cerveza. Ella era la compañera de risas de todo el mundo, con un vestido azul de lentejuelas, una pluma verde en el peinado marrón. Con una avasallante sensación de alivio casi celular, Coretti tomo conciencia de una suerte de admiración, un extraño orgullo que ahora sentía por ella, y por la especie de ella.
También pertenecía a ese sitio. Era representativa, una mariquita que no planteaba ninguna amenaza para los maricas ni para sus machos. El hombre que la acompañaba se había convertido en un hombre sin edad, de cejas meticulosamente platinadas, jersey de angora y trinchera.
Bebieron y bebieron, y salieron riendo —con la clase de risa exactamente adecuada— a la lluvia. Un taxi esperaba, con los limpiaparabrisas que imitaban el ritmo del corazón de Coretti.
Maniobrando torpemente por la acera mojada, Coretti se escabulló en el taxi, temiendo la reacción de ellos.
Coretti estaba en el asiento trasero, al lado de ella.
El hombre de sienes plateadas habló con el conductor. El taxista murmuró algo al micrófono, soltó el embrague y se alejaron bajo la lluvia, por las calles oscurecidas. El paisaje urbano no impresionaba a Coretti que, mirando dentro de él mismo, veía que el taxista detenía el coche, que el hombre gris y a la mujer risueña lo empujaban hacia afuera y señalaban, sonrientes, la puerta de un hospital psiquiátrico. O: el taxi que se detenía, la pareja que le daba la espalda y meneaba apenada la cabeza. Y una docena de veces tuvo la impresión de ver que el taxi paraba en una desierta calle lateral donde metódicamente lo estrangulaban. Coretti muerto, abandonado bajo la lluvia. Porque era un extraño.
Pero llegaron al hotel de Coretti.
Bajo el débil resplandor de la luz interior del taxi, observó atentamente cómo el hombre metía la mano en el abrigo para sacar el dinero del viaje. Coretti vio claramente el forro del abrigo, que hacía una sola pieza con el jersey de angora. Ningún abultamiento de billetera, ningún bolsillo. Pero se abrió una especie de ranura. Se abrió cuando el hombre la tocó con los dedos, y la ranura vomitó dinero. Tres billetes doblados fueron suavemente extraídos de la ranura. Estaban algo húmedos. Se secaron mientras el hombre los desdoblaba, como las alas de una mariposa que se asoma por primera vez a la luz.
—Quédese con el cambio —dijo el hombre, saliendo del taxi. Antoinette se deslizó hacia afuera y Coretti la siguió mientras su mente sólo veía la ranura. La ranura húmeda, bordeada de rojo, como una agalla.
El vestíbulo estaba desierto y el recepcionista inclinado sobre un crucigrama. La pareja cruzó el vestíbulo silenciosamente hasta el ascensor; Coretti los siguió de cerca. En un momento trató de capturar la mirada de ella, pero ella no le hizo caso. Y una vez, mientras el ascensor subía siete pisos por encima del de Coretti, la mujer se dobló hacia adelante y olfateó el cenicero mural de cromo, como un perro que husmea la tierra.
Los hoteles, muy avanzada la noche, nunca están en calma. Los pasillos nunca están en completo silencio. Hay innumerables suspiros que apenas se oyen, crujidos de sábanas, y voces apagadas que recitan fragmentos de sueños. Pero en el pasillo del noveno piso, Coretti tuvo la sensación de moverse en un vacío perfecto, silencioso; sus zapatos no hacían ningún ruido sobre la moqueta incolora, y hasta el latido de su corazón de extraño se ahogaba en el vago diseño que decoraba el empapelado.
Trató de contar los pequeños óvalos de plástico atornillados en las puertas, cada uno con sus tres cifras, pero el pasillo parecía extenderse sin cesar. Por fin el hombre se detuvo frente a una puerta, una puerta revestida como todas las demás con una plancha en imitación de palo de rosa, y puso la mano en la cerradura, aplanando la palma sobre el metal. Se oyó un leve roce, luego un clic del mecanismo, y la puerta se abrió por completo. Cuando el hombre apartó la mano, Coretti vio una astilla de hueso, rosa grisácea y con forma de llave, que se replegaba húmedamente en la carne pálida.
No había luces encendidas en aquella habitación, pero el tenue aura de neón de la ciudad se filtraba por las celosías y le permitió ver las caras de una docena o más de personas, sentadas en la cama y en el sofá y en los sillones y en los taburetes de la pequeña cocina. Al principio creyó que tenían los ojos abiertos, pero entonces se dio cuenta de que las opacas pupilas estaban ocultas tras una membrana nictitante, un tercer párpado que reflejaba las tenues sombras de neón de la ciudad.
Vestían lo que el último bar que habían visitado requería; amorfos abrigos del Ejército de Salvación compartían asiento con prendas informales suburbanas de vivos colores, batas de noche junto a polvorientos uniformes de fábrica, cuero de motociclista junto a un afelpado tweed Harris. Con el sueño, toda falsa humanidad había desaparecido.
Eran pájaros pasando la noche en su árbol.
Su pareja fue a sentarse junto a los demás en el borde del mostrador de fórmica de la kitchenette, y Coretti vaciló en medio de la moqueta vacía. Años luz de aquella alfombra parecían distanciarlo de los otros, pero algo lo llamaba desde lejos, prometiéndole paz y descanso. A pesar de eso, vaciló, estremeciéndose con una indecisión que parecía surgir del núcleo genético de cada célula de su cuerpo.
Hasta que abrieron los ojos, todos simultáneamente; las membranas se deslizaron hacia los lados y mostraron la extraña calma de los habitantes de la más oscura fosa oceánica.
Coretti gritó, y salió corriendo, y corrió por pasillos y resonantes escaleras de hormigón hasta la lluvia fría y las calles casi vacías.
Coretti nunca regresó a su habitación del tercer piso de aquel hotel. Un flemático detective doméstico recogió los textos de lingüística, la única maleta de ropa, todo lo cual terminó por venderse en subasta. Coretti alquiló un cuarto en una pensión administrada por una ceñuda abstemia bautista que hacía rezar a sus inquilinos antes de cada una de las recalentadas cenas. No le molestaba que Coretti nunca se sumase a aquellas comidas; él le explicó que en el trabajo le daban de comer gratis. Coretti mentía libre y hábilmente. Nunca bebía en la pensión, y nunca volvía borracho. El señor Coretti era un poco raro, pero siempre pagaba puntualmente el alquiler. Y era muy tranquilo.
Coretti dejó de buscarla. Dejó de ir a los bares. Bebía de una bolsa de papel mientras iba y venía del trabajo en el depósito de una editorial, en una zona en la que por ser industrial se permitían pocos bares.
Trabajaba por la noche.
A veces, al amanecer, sentado al borde de la cama sin hacer, abandonándose al sueño —ahora nunca dormía acostado—, pensaba en ella. Antoinette. Y en ellos. La especie. A veces hacía adormiladas elucubraciones... Quizás eran como los ratones de las casas, la especie de animal pequeño que ha evolucionado para vivir sólo en estructuras hechas por el hombre.
Una especie de animal que vive sólo de bebidas alcohólicas. Con peculiares metabolismos que convierten el alcohol y las diversas proteínas de las bebidas, del vino y de la cerveza, en todo cuanto necesitan. Y pueden cambiar por fuera, como los camaleones o las escorpinas, para protegerse. Para poder vivir entre nosotros. Y tal vez, pensaba Coretti, crecieran por etapas. En las primeras fases parecerían humanos, comerían lo que los humanos comen, y percibirían que eran diferentes sólo como un vago desasosiego.
Una especie de animal con su propia astucia, con su propio conjunto de instintos urbanos. Y la capacidad de reconocer a los de su propia especie cuando están cerca. Tal vez.
Y tal vez no.
Coretti se hundió en el sueño.
Un miércoles, pasadas después de tres semanas en el nuevo empleo, la patrona abrió su puerta —nunca golpeaba— y le dijo que lo llamaban al teléfono. Tenía la voz tensa por la habitual desconfianza, pero Coretti la siguió por el oscuro corredor hasta la sala de estar del segundo piso, donde estaba el teléfono.
Al llevarse el anticuado artefacto negro al oído, lo primero que oyó al principio fue sólo música, y luego una especie de ruido que se fue disolviendo en una fragmentada amalgama de conversaciones. Risas. Nadie se impuso al ruido del bar para hablarle, pero la canción de fondo era
«Tú eres la razón de que nuestros hijos sean feos».
Y luego el tono de marcar, cuando la persona que llamaba colgó.
Más tarde, solo en su habitación, escuchando los firmes pasos de la patrona en la sala de abajo, Coretti se dio cuenta de que no había necesidad de permanecer donde estaba. El llamamiento había llegado. Pero la patrona exigía que quien quisiese marcharse le avisara con tres semanas de anticipación. Eso significaba que le debía dinero. El instinto le dijo que se lo dejara.
Un obrero cristiano de la habitación vecina tosió dormido cuando Coretti se levantó y bajó al teléfono de la sala. Coretti le dijo al capataz del turno de noche que renunciaba a su empleo. Colgó y volvió a su habitación, cerró la puerta y se quitó la ropa lentamente hasta quedar desnudo frente a la chillona litografía enmarcada de Jesús que había encima del escritorio marrón de metal.
Contó nueve billetes de diez. Los puso cuidadosamente junto las manos rezadoras que decoraban la tapa del escritorio.
Era dinero de aspecto agradable. Era dinero perfectamente bueno. El mismo lo había hecho.
Esta vez no estaba para trivialidades. Ella bebía un margarita, y él pidió lo mismo. Ella pagó, sacándose el dinero de entre los senos, que se agitaban bajo un vestido escotado, con un diestro movimiento de la mano. Coretti alcanzó a ver la agalla que se cerraba allí. Se sintió excitado, pero por algún motivo esta vez no tuvo una erección. Tras el tercer margarita las caderas de los dos se tocaron, y algo empezó a propagarse por el cuerpo de él en lentas ondas orgásmicas. El punto de contacto era pegajoso; una zona del tamaño de la yema del pulgar en el sitio donde se abría el vestido de ella. Coretti era dos hombres: el de adentro, fundiéndose con ella en total comunión celular, y la cáscara, sentada con naturalidad en un taburete del bar, con los codos flanqueando el trago, los dedos jugando con una paletilla de agitar cocteles. Sonriendo afablemente al vacío.
Tranquilo en la fría penumbra.
Y una vez, pero sólo una vez, una preocupada y distante parte de Coretti le hizo bajar la mirada hacia donde latían unos tubos de color rubí, y donde se movían, entre los dos, unos zarcillos que remataban en labios afilados. Como los tentáculos entrelazados de dos extrañas anémonas.
Estaban copulando, y nadie lo sabía.
Y el barman, cuando les trajo la nueva copa, les ofreció su sonrisa cansada y dijo: —Sigue lloviendo, ¿verdad? No va a parar nunca.
—Ha llovido así toda la condenada semana —respondió Coretti—. Ha llovido hasta en los tragos.
Y lo dijo bien. Como un verdadero ser humano.