22.10.11

Los Nueve Caminos del Nagual


por Kabala777

Estos son los nueve caminos en los que aquellos que desean ahondar en las practicas chamánicas del México prehispánico se han delineado tomando como punto de referencia la obra Castanediana.

Hablar del tema resulta un tanto pantanoso, hacer sugerencias es meterse en camisa de once varas, sugerir al respecto dentro de la mente occidentalizada que busca papeles y pruebas es imposible, el camino de los guerreros Jaguar (acechadores) y guerreros Águila (ensoñadores) va mas alla de la mera introspección literal u oral.

Traspasa el tiempo y el espacio, las enseñanzas están allí, en el aquí y ahora, si te sumerges en la disciplina el Intento de los brujos te revelara la verdadera esencia.

Lo que se expone a continuación son solo pautas, tarde o temprano tendrás que desarrollar las tuyas propias para zambullirte en el mundo del nagual.

Los brujos pre hispánicos buscaban ante todo soltar su conciencia de ser de las garras de su Tonal (percepción ordinaria) y dejarse llevar al mundo del nagual (percepción mágica) relacionaban al tonal con el día y al nagual con la noche.

Los nueve niveles de la practica mágica de los naguales, tiene mucha relación con los nueve señores de la noche dentro de la cosmogonía mexicana.

Haremos algunas similitudes no como dogmas de fe sino para que el caota tenga en cuenta las atribuciones a los ejercicios y por observaciones propias deslinde correspondencias mágicas a las practicas toltecas


XIUHTECUHTLI
Señor del Fuego
Su relación tiene que ver con los pases brujos (mágicos), el despertar sensorial, la energía interior y su reorganización en vez de dispersión

ITZTLI
Señor de la obsidiana, la dureza y el castigo.
Su atribución tiene que ver con la recapitulación. En donde el practicante medita a solas y pasa por la “noche oscura” en un recorrido en si mismo frio y duro, en el cual el logro es desprenderse de los apegos y borrar su pasado, viviendo en el presente.

PILTZINTECUHTLI
Se relaciona con los No Haceres.
Su regente Piltzintecutli, (siete flores) se representaba con siete círculos y una flor. Es decir el florecimiento de la conciencia a través de los ejercicios, practicas mágicas y rituales

CENTEOTL
El Señor del Maíz. Planta sagrada de los pueblos indígenas de Mesoamérica y el México prehispánico.
Este nivel tiene que ver con los pinches tiranos (los torturadores del guerrero) y la semilla la cual simboliza al guerrero en sus etapas de crecimiento, hasta el florecimiento del maíz (conciencia despierta)

MICTLANTECUHTLI
Señor del Mictlan
Amo y señor del otro mundo, el mundo de los espíritus.
Se corresponde con las técnicas de observación de sombras, la noche y las practicas nocturnas de magia.

CHALCHIUHTLICUE
“La de las faldas de jade”
El jade era símbolo de la mente humana, Chalchihuitlicue como señora de las aguas subterráneas (mente subconsciente e inconciente). El dominio de la mente y la sujeción de esta bajo la voluntad del guerrero, es el símbolo del silencio interior, clave del acceso al mundo del nagual

TLAZOLTEOTL
La devoradora de inmundicias.
La impecabilidad del guerrero se ve aquí claramente reflejada a través de Tlazolteotl la come inmundicias. Todo guerrero que es impecable en si mismo poco a poco va transformando su ser humano que actúa como maquina, en un ser consiente y despierto, este es el proceso, ya que el guerrero va liberándose de todas las ataduras de orden social que lo mantienen atado (inmundicias)

TEPEYOLLOHTLI Señor de la octava hora de la noche “el corazón de Jaguar”. Todo ensoñador tiene que tener su silencio mental (noche) totalmente completo antes de emprender el ensueño, llevar a cabo con férrea voluntad tal como el símbolo del jaguar sus practicas mágicas y rituales. El jaguar es un depredador silencioso, que observa todo su entorno y posibilidades antes de actuar sobre su presa, de la misma manera el guerrero es un ser silencioso y solitario que actúa de dicha manera sobre su presa (ir en pos de su conciencia de ser)

TLALOC
Señor de la lluvia.
El corolario de las practicas chamanicas que tiene que ver con el acecho, el máximo poder del guerrero chaman, que se sumerge en su propia magia y mundo, la lluvia (estados mágicos de la conciencia).

Todos resultan armoniosos y no son nocivos si se procede lenta y atentamente. Los nueve caminos pueden ser usados por separado o en combinación con los otros, ni uno es mayor que otro salvo lso dos últimos que son la manufactura de las practicas anteriores, entremezcladas entre si.
Cada una de las prácticas puede llevarse a cabo bajo el día a cualquier hora y hacer una mezcla de todas ellas incluso en un mismo día, invocando a la divinidad la cual es regente de dicha prácticas.

Enumeremos pues cada práctica y un uso aproximado

1.-Tensegridad
Ejecución de pases mágicos, cualquier práctica que tenga que ver con el despertar de la conciencia corporal y su sistema energético, como yoga, tai chi, chi kung, danza, etc. Incluso se pueden crear pases propios o estos pueden surgir espontáneamente en periodos de silencio, cuando esto sucede es porque el Espíritu guía al practicante.

2.-Recapitulación
Recapitular es reunir la energía dispersa, ya sea mediante la atención plena o la concentración, la recapitulación es en si un proceso de estar consientes de si mismos en el presente, así como también un profundo análisis de la vida del practicante y quemar sus vicios y manías, ya que un mago lleno de manías y traumas es una aberración para la magia tolteca, es necesario un proceso de depuración (recapitulación).

3.-No-Haceres
Escribir con la mano que no se usa, caminar hacia atrás, usar la mano que no solemos usar, para comer, lavarnos, sujetar cosas, enfocarnos en detalles cuando caminamos, cada cosa en el mundo es un “hacer”. Es decir un acuerdo de nosotros y nuestros semejantes para que el mundo este como esta, sujeto y fijado a ciertos parámetros perceptivos. Cuando se rompe esta fijación se le llama no hacer, durante el día el practicante de la magia tolteca, se somete a estos no haceres, ellos lo empapan de silencio interior que a su vez conduce al arte de ensoñar.
Cualquier cosa puede ser un no hacer. Dormir del lado contrario de la cama, peinarse de manera diferente usar ropa diferente, cambiar de ruta para ir al trabajo, dormir a diferentes horas a las habituales. Todo lo que se busca con los no haceres, es despistar a la mente, un ritual complejo es de los mejores no haceres que puede haber, así como largas caminatas en silencio.

4.-Tiranos
Has visto como el internet esta infestado de gente que es capaz con simples letras de sacarte de tus casillas? Bienvenido a la nueva versión de tus tiranitos, no les debes de huir ni sacar vuelta, debes enfrentarlos, pero no de manera directa, un tirano es el torturador de la importancia del guerrero, es quien refina sus técnicas, quien le ayuda a no tomarse en serio. Pero no solo debes encontrarlo debes estudiarlo, debes conocer sus hábitos, como buen jaguar, silencioso y cazador (acechador) conocer su manías sus formas de hablar, de insultarte, debes provocarle a cada momento explotarle al máximo sus locuras y posts insultantes. Un tiranito cibernético n oes nada comparado a uno de carne y hueso, un guerrero que no es capaz de voltearle las cartas al pinche tiranito cibernético, es un guerrero de papel macre, esta totalmente acabado y su camino al conocimiento no llegara muy lejos, enfrentar al tiranito ya sea cibernético o de carne y hueso es una maniobra de brujería chamánica mas difícil pero redunda en abundante energía impersonal, lo que antes era un insulto se vuelven risas, el tirano ya no tiene poder sobre ti, ni lo volverá a tener una vez que rompes la ilusión de la importancia personal, llegas al reino de lo abstracto.
Dale gracias desde tu silencio a tus repinches tiranitos cibernéticos, pues ellos te ayudan a tu disciplina mágica muchas de las veces de manera inconsciente, pero lo hacen.

5.-Técnicas de Observación (Gazing)
Las técnicas de observación, tienen que ver con diseños de trabajos de sendero, el estar consiente de tu entorno, ir caminando por la calle y fijar tu atención en rayas de la pared, neumáticos, gente, todo lo que pasas por alto a nivel consiente, es un ejercicio estupendo, ya que la conciencia suele descartar muchas señales interesantes para el mago, así mismo, las técnicas de observación se definen como atención concentrada, sin concentración un mago jamás llega demasiado lejos, es necesario la practica constante de la concentración bajo el dominio de la voluntad.

6.-Silencio Total (o interno)
Meditación vipassana, meditación auto alusiva, todo lo que tenga que ver con ejercicios o tipos de meditación que silencien tu mente.

7.-Disciplina y acciones impecables
Impecabilidad defínelo como todo lo que puedas hacer para romper los parámetros que te mantienen atado a una vida no mágica, todos los ejercicios, rituales, sigilos y practicas que hagas y poner en ello todo tu esfuerzo todo tu ser, todo tu poder, y un poco mas haya.
Impecabilidad siempre significa ir mas haya de tus propios limites, cuando eres impecable eres un Mago.

8.-Ensueño
Se define el ensueño como el soñar consiente, pero también podríamos definirlo como los estados alterados de conciencia, la visualización sostenida, los trabajos de sendero no creados sino aquellos que se dan por si mismos.
Para ser capaz de llevar el ensueño consiente (vuelo del águila) necesitas haber practicado todos los pasos anteriores.

9.-Acecho
La crema nata de la brujería prehispánica.
El eje central y fundamental en las enseñanzas prehispánicas es, sin lugar a dudas, el arte del acecho, que indica ser despiadado, astuto, paciente y simpático. Estos cuatro fundamentos básicos el aprendiz los debe poner en práctica en todo y con todos. El principal principio del acecho es que el aprendiz debe acecharse a sí mismo, poniéndose primero a seleccionar actitudes menores en su comportamiento para después analizarlas y posteriormente acecharlas, para que, como presas de caza, vayan cayendo una detrás de la otra, hasta que pueda acechar "presas mayores" en su comportamiento.


Los herederos de los antiguos chamanes toltecas otorgan una importancia especial a lo que ellos llaman “el arte del acecho". Dicho arte, se lleva a cabo por el practicante en la realidad cotidiana, haciendo de ésta su campo de batalla, convirtiendo cada acto, cada interacción con sus semejantes en un acto lleno de significación y en una oportunidad de autoconocimiento y crecimiento personal.


Lo que ellos llaman acecho, no es nada más (ni nada menos) que el control estratégico de la propia conducta, el acechador más que alejarse del entorno social ordinario, se queda en él, en el centro mismo de la acción y lo utiliza para templar su espíritu y llevarse a sí mismo más allá de los límites de su historia personal, la clave de este proceso es conseguir la “actitud justa”.
Los principios fundamentales del acecho (según Carlos Castaneda) serían :

  • El acechador toma el mundo como un misterio sin fin.
  • El acechador tratará de descifrar esos misterios a sabiendas que no tiene la más mínima posibilidad de lograrlo.
  • El acechador considera cada batalla como una afrenta de vida o muerte.
  • Si el acechador siente que la situación está a punto de rebasarle, descansa, se olvida de sí mismo y espera.
  • El acechador cuando se topa con una fuerza que siente superior, se retira por un momento.
  • Los acechadores comprimen el tiempo, cada segundo cuenta.
  • Las cuatro disposiciones del Acecho (según Carlos Castaneda) se definen como :
  • No tener compasión. En especial no tener compasión de uno mismo. La compasión no es más que una de las variables de la importancia personal (lo que hemos venido llamando “ego”)
  • Ser astuto. Entendida la astucia como un tipo de sagacidad más cercana a la intuición que a la inteligencia.
  • Tener paciencia. No querer terminar nada antes de tiempo, ni anticiparse a la hora de iniciar algo. Dar a cada cosa su momento justo. La paciencia en este caso no tiene nada que ver con la negligencia. Mientras espera, el acechador no está ocioso, está activo.
  • Ser simpático. Desarrollar la capacidad de reírse de sí mismo. Dicha capacidad permite al guerrero ser encantador y al mismo tiempo estar alerta al momento oportuno y ser aniquilante…


20.10.11

La Guerra Fría como pretexto imperial

Noam Chomsky afirmó que la intervención de EE.UU. en Colombia prueba que la Guerra Fría fue una excusa. Y que se equivocaron aquéllos que pronosticaban un nuevo orden internacional encabezado por la ONU.
ANA BARON. Corresponsal en Washington, Clarin
La Cumbre del Milenio que tuvo lugar en Nueva York la semana pasada no logró disipar ninguna de las dudas que existen sobre la eficacia de las Naciones Unidas para resolver conflictos a nivel internacional. Todo lo contrario. Pese a que el evento contó con la presencia de más de un centenar de presidentes, reyes y jefes de Estado, nada se resolvió realmente en concreto y hasta hubo participantes y observadores que hablaron de fracaso. Durante la entrevista exclusiva que acordó a Clarín, el intelectual estadounidense Noam Chomsky dijo, sin embargo, que lo que había ocurrido con la Cumbre no le sorprendía. En su opinión, la intervención de Estados Unidos en Colombia es una prueba más de que poco y nada ha cambiado desde que terminó la Guerra Fría. Y que los que pronosticaron el nacimiento de un nuevo orden internacional con las Naciones Unidas y los organismos internacionales a la cabeza se equivocaron rotundamente. Fundador de la lingüística moderna, autor de numerosos libros y profesor del Massachusetts Institute of Technology (MIT), Noam Chomsky tiene un sólido prestigio académico. Chomsky, sin embargo, es más conocido por sus posiciones políticas de izquierda y sus críticas a la política de los Estados Unidos. Sus ideas al respecto han sido siempre muy polémicas. Pero tanto sus seguidores como sus enemigos reconocen la solidez de sus argumentos. Su último libro Estados delincuentes. El imperio de la fuerza en los asuntos internacionales está por salir a la venta en estos días.

-Terminada la Guerra Fría y el mundo bipolar, ¿cómo define el nuevo orden internacional?
-Como algo bastante parecido a lo que era antes. Mire si no lo que está pasando en Colombia.

-¿Es más de lo mismo?
-Mucho me temo. Tomemos, por ejemplo, el concepto de soberanía y de derecho internacional, que están tan de moda. Cuando Estados Unidos y los aliados europeos bombardearon Kosovo, muchos pensaron que estabamos entrando en un nueva era "humanitaria" en que la fuerza a nivel internacional sólo sería utilizada en determinados casos.

-¿En nombre de los derechos humanos?
-Sí, exactamente. La idea era que la soberanía y el derecho internacional eran conceptos totalmente superados por la globalización y que si un Estado de los llamados rogue states (Estados delincuentes) se ponía a matar a su gente, sería necesario intervenir por razones humanitarias. Los "Estados iluminados" decidirían cuándo y cómo. Pero después vino Timor Oriental, donde estaba ocurriendo una verdadera carnicería, la peor desde que tuvo lugar el Holocausto. En ese caso, los "Estados iluminados" decidieron que la soberanía de Indonesia debía ser respetada aunque Timor Oriental nunca formó parte formalmente de Indonesia. Pero eso no importó. Hubo que esperar a que Indonesia pidiera ayuda para enviar fuerzas de la ONU. La diferencia entre Indonesia y Yugoslavia es simple. Si bien en los dos casos se estaban cometiendo atrocidades, Indonesia es un "Estado cliente" de Occidente mientras que Yugoslavia es un "Estado delincuente".

-¿Cuáles son los "Estados iluminados" y cuáles son los "Estados delincuentes"?
-Los Estados iluminados son los que se definen a sí mismos de ese modo. Estados Unidos es un Estado iluminado. Y su perro de presa, Gran Bretaña, lo es cuando sigue sus órdenes. Todo el que acepta participar en la cruzada es un Estado iluminado y todo el resto son Estados delincuentes. La distensión es así de simple. Lo más contradictorio es que Estados Unidos es el país que menos acuerdos sobre derechos humanos ha ratificado y firmado a nivel mundial.

-¿Cómo define a Colombia?
-Colombia es la mejor prueba de que la Guerra Fría siempre fue un pretexto. Ahora el pretexto es la droga. Estados Unidos ha estado implicado en la lucha antiterrorista en Colombia desde hace años. Y su involucramiento aumentó a medida que aumentó el poder de las FARC. Lo que ha ido cambiando es la excusa: la verdadera razón es que Colombia es un país relativamente rico, que tiene petróleo y que limita con Venezuela, que actualmente es el mayor proveedor de petróleo de Estados Unidos.

-¿Teme usted que Colombia se transforme en un nuevo Vietnam?
-No. Vietnam fue una guerra imperial muy inusual. En general, los imperios utilizan las fuerzas locales para lograr sus fines. Un imperio utiliza sus soldados para la conquista inicial pero no para mantener su poder. Por ejemplo, Inglaterra en la India utilizó las fuerzas locales. Los ingleses estaban ahí pero el que hacía el trabajo sucio era el ejército indio. Colombia se parece más a El Salvador. El ejército colombiano, como todo ejército, tiene sus propios paramilitares, que son los que se encargan de cometer las atrocidades. El Departamento de Estado reconoce que las peores violaciones a los derechos humanos en Colombia son cometidas por los paramilitares. Pero eso no impidió que el ejército colombiano recibiera un cheque por 800 millones de dólares. Los derechos humanos en este caso tampoco parecen ser una prioridad.

-¿Piensa usted que el conflicto se limitará sólo a Colombia? ¿Es fundado el temor que tienen Brasil y los demás países latinoamericanos?
-Creo que es fundado. La violencia aumentará, ya ha comenzado a aumentar. También son preocupantes las armas biológicas que piensan utilizar para terminar con los cultivos de coca. Son armas que han ensayado en los laboratorios, pero nadie sabe qué puede pasar si las utilizan en el Amazonas. Sabemos que afectará a los cultivos de coca, pero nadie sabe qué pasará con el resto de la vegetación, los animales y los seres humanos.

-¿Cómo evolucionará el gobierno del presidente venezolano Hugo Chávez?
-Si Chávez toma el control de los recursos de Venezuela para introducir reformas sociales en su país habrá problemas. Cada vez que un presidente latinoamericano intentó algo así terminó mal. Recuerde a Jacobo Arbenz, en Guatemala. Estados Unidos organizó una invasión militar que derrumbó el gobierno y dio inicio a cuatro décadas de terror.

-¿Por qué dice que nada cambió desde la Guerra Fría?
-Porque los intereses siguen siendo los mismos. El Muro de Berlín cayó en noviembre 1989. ¿Qué pasó? Un mes después, Estados Unidos invadió Panamá, secuestró al presidente -que a esa altura a nadie le gustaba pese a que había trabajado para la CIA- y colocó un gobierno títere. Y luego vino Haití, donde Jean-Bertrand Aristide ganó la primera elección democrática. Pero inmediatamente comenzaron a socavar su poder porque decían que era izquierdista. Pararon la asistencia y, por primera vez, comenzaron a recibir refugiados haitianos. Aristide fue derrocado por los militares y luego -cuando decidieron que la gente había sido torturada demasiado, mandaron a los marines- volvió pero a condición de que aceptara un programa económico neoliberal. Muchos pensaron que después de la Guerra Fría, los Estados Unidos podrían finalmente ocuparse de los derechos humanos y de la democracia, pero lo primero que hicimos fue disminuir la ayuda que brindamos a los países latinoamericanos. Entonces el mensaje fue que ahora el mundo en desarrollo ya no importa.

-El presidente Bush recurrió en su momento a las Naciones Unidas para que le dieran luz verde a la guerra del Golfo, ¿no fue eso un cambio?
-Desde que fueron creadas, después de la Segunda Guerra Mundial, las Naciones Unidas fueron una agencia más de los Estados Unidos. Cuando comenzó la descolonización, empezaron a ser más representativas y entonces Estados Unidos comenzó a oponerse prácticamente a todo lo que se proponía en su seno. Estados Unidos tiene el récord de vetos en el Consejo de Seguridad y cuando la UNESCO adoptó posiciones demasiado tercermundistas, se retiró de esa organización. Estados Unidos está prácticamente destruyendo a las Naciones Unidas cuando se opone a pagar lo que debe. Lo que ocurre es que no quiere ceder su soberanía a una organización que no controla de modo absoluto.

-¿Y la Organización Mundial del Comercio?
-Estados Unidos presionó mucho para que la OMC fuese creada. Pero ahora, cuando hay algo que no nos conviene, ya no respetamos sus reglas. Recientemente, la Unión Europea acusó a Estados Unidos de violar las reglas de la OMC con el embargo contra Cuba. Pero la Casa Blanca dijo que ésa era una excepción por razones de seguridad nacional. Como si la sobrevivencia nacional de Estados Unidos dependiera de que los niños cubanos se mueran de hambre o de que en los hospitales de La Habana no haya medicinas para curar a los enfermos. La idea de que esto es un problema de seguridad nacional es estúpida, pero lo que revela es la importancia que le dábamos a nuestra propia soberanía, a nuestro derecho de hacer lo que se nos canta justo en el momento en que decimos que el concepto de soberanía ya no tiene importancia porque los Estados iluminados liderarán el mundo en la lucha por los derechos humanos. ¡¡¡¡Por favor!!!!

-¿Qué posibilidades hay de que se levante el embargo durante el próximo gobierno?
-Gane quien gane, no creo que la política hacia América latina cambie mucho. Durante años los ataques contra Cuba fueron justificados con el pretexto de la Guerra Fría. Cuba era el tentáculo del imperio del mal, que amenazaba con estrangularnos. Eso fue siempre una estupidez. La decisión de derrocar al gobierno cubano fue tomada secretamente en marzo de 1960, y entonces todavía no se había consolidado una relación muy significativa entre Moscú y La Habana. Cuando la Guerra Fría terminó, los ataques en contra de Cuba se endurecieron. Recientemente desclasificaron papeles que revelan por qué el presidente John Kennedy quería derrocar a Fidel Castro. Según el historiador Arthur Schlesinger, existía "el temor de que las ideas de Castro se expandieran por América latina, donde la riqueza estaba muy concentrada y los pobres podrían verse estimulados por el ejemplo de la revolución cubana". Temían que los pobres comenzasen a pedir oportunidades para vivir decentemente. Bueno, ésa era la amenaza.

-¿América latina está destinada a integrarse en una zona de libre comercio con los Estados Unidos?
-Muchos de los problemas de América latina han sido internos. El gran problema es que, tras la conquista española, los países latinoamericanos siempre han mantenido relaciones más intensas con el mundo occidental que entre sí. Ahora eso está cambiando. Pero que la influencia que ejercen los Estados Unidos y también Europa sobre esta región sea tan fuerte se explica, justamente, porque la relación entre ellos mismos fue muy débil.

18.10.11

Los poseídos

de Arthur C. Clarke

Se dirigieron hacia el futuro... en busca de algo oculto en el distante pasado.

Clarke, en uno de sus cuentos más originales, nos recuerda que lo grande y lo pequeño están relacionados; ambos aspectos forman parte del proceso que está actuando en el Universo. Un proceso que, en su totalidad, es indiferente al hombre. Puede que las incursiones del hombre en el Universo, si es que llega a realizarlas, sean más como las de los lemmings, que progresiones racionales.

Brian Aldiss

Si no me falla la memoria, he escrito sólo dos cuentos basados en ideas sugeridas por otras personas. Uno de ellos es este, y aquí confieso mi agradecimiento a Mike Wilson, que puede compartir su parte de culpa.

Arthur C. Clarke

Y ahora este sol estaba tan cercano que el huracán de radiación estaba obligando al Swarm a volver a la obscura noche del espacio. Pronto ya no podría acercarse más; los ventarrones de luz sobre los cuales cabalgaba de estrella en estrella ya no podrían ser enfrentados tan cerca de su origen. A menos que encontrara un planeta muy pronto, y pudiera caer bajo la paz y seguridad de su sombra, este sol debía ser abandonado como ya lo habían sido tantos otros anteriormente.
Ya se habían buscado y descartado seis fríos mundos exteriores. O estaban congelados más allá de toda esperanza de vida orgánica, o si no albergaban entidades de especies que eran inútiles para el Swarm. Para que éste pudiera sobrevivir, debía encontrar huéspedes no demasiado distintos de aquellos que había abandonado en su sentenciado y distante hogar. Hacía millones de años que el Swarm había comenzado su viaje, barrido hacia las estrellas por los fuegos que produjo, al estallar, su propio sol. Aun así, el recuerdo de su perdida tierra natal era agudo y claro, un dolor que no moriría nunca.
Adelante había un planeta, arrastrando su cono de sombra a través de la noche barrida por las llamas. Los sentidos que el Swarm había desarrollado a lo largo de su extenso viaje se proyectaron hacia el mundo que se acercaba, se proyectaron y lo encontraron bueno. Los inclementes golpes de radiación cesaron cuando el negro disco del planeta eclipsó al Sol. El Swarm se deslizó suavemente en caída libre hasta que golpeó la franja exterior de la atmósfera. La primera vez que había descendido sobre un planeta casi encuentra la muerte, pero ahora contrajo su tenue substancia con la impensada habilidad que da la larga práctica, hasta que formó una esfera pequeña y firmemente tejida. Su velocidad disminuyó lentamente, hasta que al fin flotó inmóvil entre la tierra y el cielo.
Durante muchos años cabalgó los vientos de la estratosfera de polo a polo, o dejó que los silenciosos disparos del alba lo arrojaran hacia el oeste, apartándolo del sol naciente. En todos lados encontró vida, pero inteligencia en ninguno. Había cosas que se arrastraban, y volaban y saltaban, pero no había cosas que hablaran o construyeran. Dentro de diez millones de años podría haber aquí criaturas con mentes que el Swarm podría poseer y guiar para sus propios propósitos; pero ahora no había señal de ellas. No podía adivinar cuál de las innumerables formas de vida de este planeta sería la heredera del futuro, y sin tal huésped estaba indefenso..., un simple esquema de cargas eléctricas, una matriz de orden y propio conocimiento en un universo de caos. El Swarm no tenía control sobre la materia por sus propios medios, pero aun así, una vez que se hubiera alojado en la mente de una raza sensorial, no había nada que estuviera fuera de su poder.
No era la primera vez, y no sería la última, que el planeta fuera vigilado por un visitante del espacio..., pero nunca por ninguno en una tan peculiar y urgente necesidad. El Swarm se enfrentaba con un dilema atormentador. Podía comenzar una vez más sus agotadores viajes, esperando poder encontrar definitivamente las condiciones que buscaba, o podía esperar aquí sobre este mundo, haciendo tiempo hasta que se levantara una raza que se acomodara a sus propósitos.
Se movió como la niebla a través de las sombras, dejando que los vientos vagabundos lo llevaran donde quisieran. Los toscos y malformados reptiles de este joven mundo nunca lo vieron pasar, pero él los observó, grabando, analizando, tratando de extrapolar hacia el futuro. Había tan poco que elegir entre todas estas criaturas; ninguna de ellas mostraba siquiera los primeros débiles brillos de una mente consciente. Pero si abandonaba este mundo en búsqueda de otro, podría recorrer el universo en vano hasta el fin del tiempo.
Finalmente tomó una decisión. Debido a su propia naturaleza, podía elegir las dos alternativas. La mayor parte del Swarm continuaría sus viajes entre las estrellas, pero una porción de él permanecería sobre este mundo, como una semilla plantada en espera de la futura cosecha.
Comenzó a girar sobre su eje, y su tenue cuerpo se aplanó hasta convertirse en un disco. Ahora fluctuaba entre las fronteras de la visibilidad..., era un pálido fantasma, un débil fuego fatuo que súbitamente se escindió en dos fragmentos desiguales. La rotación murió lentamente: el Swarm se había convertido en dos, cada uno de ellos una entidad con todos los recuerdos del original, y todos sus deseos y necesidades.
Hubo un último intercambio de ideas entre padre e hijo que al mismo tiempo eran gemelos idénticos. Si todo anduviera bien para los dos, se encontrarían nuevamente en el futuro lejano, aquí en este valle entre las montañas. El que iba a permanecer aquí, retornaría a este punto a intervalos regulares, indefinidamente; el que continuara la búsqueda enviaría un emisario si alguna vez encontraba un mundo mejor. Y entonces se unirían nuevamente, sin ser ya exiliados sin hogar vagando en vano en medio de las indiferentes estrellas.
La luz del alba se derramaba sobre las montañas nuevas y desnudas cuando el Swarm padre se elevó para enfrentar al Sol. En el borde de la atmósfera, los ventarrones de radiación lo atraparon y lo barrieron irresistiblemente más allá de los planetas, para comenzar una vez más la interminable búsqueda.
El que quedó comenzó su igualmente desesperanzada tarea. Necesitaba un animal que no fuera de una especie tan escasa, que las enfermedades o los accidentes la hicieran extinguirse, ni tampoco tan pequeño que nunca pudiera adquirir poder sobre el mundo físico. Y debería multiplicarse rápidamente, de modo tal que su evolución pudiera ser dirigida y controlada tan suavemente como fuera posible. La búsqueda fue prolongada, y la elección difícil, pero al fin el Swarm seleccionó su huésped. Como la lluvia que se hunde en el suelo sediento, penetró en los cuerpos de ciertos pequeños lagartos y comenzó a dirigir sus destinos. Fue un trabajo intenso, aun para un ser que nunca podría conocer la muerte. Pasaron generaciones y generaciones de lagartos hasta que se produjo la más mínima mejora en la raza. Y siempre, de acuerdo con lo convenido, el Swarm retornaba a su cita entre las montañas. Siempre retornó en vano. No había mensajero proveniente de las estrellas que trajera noticias de mejor fortuna en alguna otra parte.
Los siglos se alargaron en milenios, los milenios en eones. De acuerdo con los estándares geológicos, los lagartos estaban ahora cambiando rápidamente. En realidad ya no eran lagartos, sino criaturas de sangre cálida, cubiertas de piel, que parían vivos a sus hijos. Todavía eran pequeñas y débiles, sus mentes eran rudimentarias, pero contenían las semillas de la futura grandeza.
Pero no sólo las criaturas vivientes cambiaban a medida que pasaban las épocas. Los continentes se separaban, las montañas se gastaban bajo el peso de las constantes lluvias. A través de todos estos cambios, el Swarm mantuvo su propósito; y siempre, en los plazos convenidos, iba al lugar de encuentro que se había elegido hacía ya tanto tiempo, esperaba pacientemente durante un rato y se alejaba. Quizá el Swarm padre todavía estaba buscando o quizá (era una idea terrible y difícil de aceptar) lo había alcanzado algún destino desconocido y había seguido el camino de la raza a la que había dominado anteriormente. No había nada que hacer más que esperar, y ver si la tenaz forma de vida de este planeta podía ser obligada a entrar en el sendero que conducía a la inteligencia.
Y así pasaron los eones...

En algún lugar del laberinto de la evolución, el Swarm cometió su error fatal y tomó el camino equivocado. Hacía cien millones de años que había llegado a la Tierra, y estaba muy cansado. No podía morir, pero podía degenerar. Los recuerdos de su viejo hogar y de sus destinos se estaban desvaneciendo: su inteligencia estaba decayendo aun cuando sus huéspedes estaban trepando la larga ladera que los conduciría al conocimiento de sí mismos.
Por una cósmica ironía, al dar el ímpetu que un día traería la inteligencia a este mundo, el Swarm se había consumido. Había alcanzado el último estado de parasitismo; ya no podía existir alejado de sus huéspedes. Ya nunca más podría cabalgar libre por sobre este mundo, conducido por el viento y por el sol. Para hacer el peregrinaje hasta el viejo lugar de encuentro, debía viajar lenta y penosamente dentro de mil pequeños cuerpos. Aun así continuaba la costumbre inmemorial, conducido por el deseo de reunión que lo quemaba con más voracidad que nunca, ahora que conocía la amargura del fracaso. Sólo si el Swarm padre retornara y lo reabsorbiera, podría conocer nueva vida y vigor.
Los glaciares llegaron y se fueron; las pequeñas bestias que ahora albergaban a la decadente inteligencia extraña, escaparon sólo por milagro de las garras del hielo. Los océanos conquistaron la tierra, y aun así la raza sobrevivió. Incluso se multiplicó, pero no podía hacer más. Este mundo no sería nunca su propiedad, porque muy lejos, en el corazón de otro continente, un cierto mono había descendido de los árboles, y estaba mirando hacia las estrellas con los primeros indicios de curiosidad.
La mente del Swarm se estaba dispersando, desparramándose entre un millón de pequeños cuerpos, y ya no era capaz de unirse y hacer imponer su voluntad. Había perdido toda cohesión, sus recuerdos se estaban desvaneciendo. En un millón de años como máximo, se habrían ido todos.
Sólo se mantenía una cosa..., la ciega urgencia que todavía, a intervalos, que por alguna extraña aberración se estaban volviendo cada vez más cortos, lo conducía a buscar su fin en un valle que había dejado de existir hacía ya mucho tiempo.

Recorriendo tranquilamente la senda de la luz lunar, el crucero de placer pasó la isla con su guiñante faro, y entró al fiordo. Era una noche calma y agradable, Venus se hundía en el oeste, más allá de las Faroes, y las luces del puerto se reflejaban apenas temblorosamente en las lejanas y quietas aguas.
Nils y Christina estaban extremadamente contentos. Parados uno al lado del otro contra la barandilla del barco, los dedos entrelazados, observaban las arboladas laderas que se deslizaban silenciosamente. Los altos árboles estaban inmóviles bajo la luz lunar, ni el menor soplo de viento removía sus hojas; desde charcos de sombra sus delgados troncos se elevaban pálidamente. Todo el mundo estaba dormido; solamente el barco se atrevía a quebrar el encanto que había hechizado la noche. De repente, Christina lanzó un pequeño gemido, y Nils sintió sus dedos apretarse convulsivamente sobre los suyos. Siguió su mirada: ella estaba mirando fijamente a través de las aguas, hacia los silenciosos centinelas del bosque.
-¿Qué pasa, querida?
-¡Mira! -replicó ella, en un suspiro que Nils apenas pudo escuchar.
-¡Allá, bajo los pinos!
Nils miró, y mientras lo hacía, la belleza de la noche se desvaneció lentamente, y terrores ancestrales llegaron gateando desde el exilio. Porque debajo de los árboles la tierra estaba viva: una sucia marea marrón se movía bajando las laderas de la colina y se sumergía en las aguas obscuras. Aquí había un claro sobre el cual caía, no ensombrecida, la luz lunar. Estaba cambiando incluso mientras él observaba: la superficie de la tierra parecía estar ondulándose hacia abajo, como una lenta cascada que buscara unirse con el mar.
Y entonces Nils se rió, y el mundo estuvo cuerdo una vez más. Christina lo miró, sorprendida pero confiada nuevamente.
-¿No te acuerdas? –sonrió-. Lo leímos en el diario de esta mañana. Lo hacen cada tanto y siempre de noche. Está pasando esto desde hace días.
Se estaba burlando de ella, alejando la tensión de los últimos minutos. Christina le devolvió la mirada y una lenta sonrisa iluminó su rostro.
-¡Por supuesto! -dijo ella- ¡Qué tonta soy! Luego se volvió una vez más hacia la Tierra, y su expresión se tornó triste, porque tenía muy buen corazón.
-¡Pobrecitas –suspiró-. Quisiera saber por qué lo hacen. Nils se encogió de hombros con indiferencia.
-Nadie lo sabe –contestó-. Es nada más que otro de esos misterios. Yo no pensaría en eso, si tanto te preocupa. Mira..., pronto estaremos en el puerto.
Se volvieron hacia las luces en donde estaba su futuro, y sólo una vez Christina miró hacia atrás, hacia la marca trágica y sin sentido que todavía flotaba sobre la luna.
Obedeciendo a un impulso cuyo significado nunca habían conocido, las sentenciadas legiones de lemmings habían encontrado el olvido bajo las olas.

8.10.11

ALGUIEN NOS VIGILA A TODAS HORAS

ADOLFO YÁÑEZ
Aunque parezca ciencia-ficción, la verdad es que alguien sigue constantemente nuestros pasos.

Dejando de lado el control lejano de satélites o de aviones-espía, cuya sofisticación alcanza hoy límites inimaginables, múltiples cámaras graban a pie de calle lo que hacemos. Si entramos en un gran almacén o en un banco, los controles de vídeo y de sonido continúan allí, captándonos el más mínimo gesto.

Ni siquiera el propio hogar es un baluarte en el que podamos sentirnos libres del ojo de ese Gran Hermano al que la tecnología actual permite saber dónde estamos, qué decimos por teléfono o qué mensajes enviamos por Internet.

En épocas que parecían ideales para el disfrute de los derechos ciudadanos, resulta que la intimidad está desapareciendo y no hay dato nuestro, por muy íntimo que sea, que no se nos pueda robar impunemente.

El terrorismo internacional ha sido la disculpa perfecta que algunos esperaban para, en nombre de la seguridad común, abrir grandes bases de información en las que todo cabe: descripción personal, currículum académico, religión, costumbres, vida laboral y asociativa…

Hasta el ADN ha pasado a formar parte, en no pocas naciones democráticas, del enorme almacenaje de reseñas nuestras que se acumulan por ahí y cuya deriva en el futuro resulta imprevisible.

En determinadas circunstancias (no siempre delimitadas con claridad por la ley) los policías de algunos países pueden hacer tomas incluso de ADN que es nuestro yo absoluto, nuestra descripción más esencial y certera, nuestro espejo de posibles enfermedades hereditarias o degenerativas.

Teóricamente, el acceso a datos tan sensibles está reservado a juzgados y comisarías, pero,
• ¿Resulta atrevido sospechar que no dejarán de producirse fugas de información?
• ¿Resulta aventurado creer que el banquero que nos va a dar un crédito o la compañía que se dispone a hacernos un seguro de vida o el empresario al que solicitamos un trabajo apetecerán conocer circunstancias que les ayuden a no jugarse los cuartos?
• ¿No habrá individuos que pagarán lo que sea por asomarse a la intimidad de las personas?
Qué lejanos parecen ya los tiempos en los que, cuanto se conocía oficialmente de un ciudadano, era su nombre y apellidos, su estado civil, su profesión, una huella dactilar y poco más.

- Los ojos de Londres. O de tu ciudad -

No existían documentos nacionales con “chip” ni tarjetas magnéticas ni expedientes secretos.

Pensábamos que sólo las dictaduras sufrían la querencia de controlarlo todo, pero han bastado en el mundo algunos atentados y un contexto emocional fuerte para que nosotros mismos hayamos confiado a otros nuestra independencia y cedamos informaciones secretas que nos permiten ser lo que somos.

Instalado el control, las cosas resultan luego sencillas. Nadie protesta, pues la criminalidad sirve de coartada a la degradación de la democracia. Nos preocupa más el miedo que la pérdida de libertades y nada nos importa que, en un futuro, la presunción de culpabilidad llegue a primar sobre la presunción de inocencia.

Pero ¿no podemos ser eficaces contra el delito respetando, al mismo tiempo, valores que hemos tardado siglos en conseguir?

¿No debiéramos rechazar vigilancias excesivas o leyes que otorguen facultades omnímodas a la policía y no debiéramos reclamar siempre la tutela de jueces cuya misión es perseguir el crimen sin que, por ello, se contamine de abusos nuestro sistema penal y sin que se lesionen los derechos sagrados de las personas?



HAZ ESTE EJERCICIO
SAL A LA CALLE Y MIRA
OBSERVA A TU ALREDEDOR:
EN LAS ESQUINAS, EN LOS SUPERMERCADOS, EN LOS BANCOS,
EN LAS AUTOPISTAS, METROS, ESTACIONES,
EN CRUCES DE CARRETERAS, PEAJES,
PARKINGS, FARMACIAS, AEROPUERTOS,…

¡¡¡REFLEXIONA!!!

6.10.11

La última respuesta

de Isaac Asimov

Murray Templeton tenía cuarenta y cinco años, estaba en la flor de su vida, y
todas las partes de su cuerpo funcionaban en perfecto orden excepto algunas
porciones clave de sus arterias coronarias, pero eso era suficiente.
El dolor vino de pronto, ascendió hasta un punto intolerable, y luego descendió
progresivamente. Pudo sentir que su respiración se relajaba, y una especie de
bendita paz lo invadió.
No hay placer como la ausencia de dolor... inmediatamente después del dolor.
Murray sintió una ligereza casi aturdidora, como si estuviera elevándose en el aire
v flotando.
Abrió los ojos, y notó con distante regocijo que los demás que ocupaban la
habitación estaban aún agitados. Se hallaba en el laboratorio cuando el dolor le
había golpeado, casi sin advertencia, y cuando se había tambaleado había oído
gritos de sorpresa de los demás antes de que todo se desvaneciera en una
abrumadora agonía.
Ahora, con el dolor desaparecido, los demás estaban aún yendo de un lado para
otro, aún ansiosos, aún apiñándose en torno a su cuerpo caído...
...que, se dio cuenta de pronto, estaba tendido boca abajo.
Estaba ahí en el suelo, brazos y piernas abiertos, el rostro contorsionado. Y
estaba ahí de pie, en paz, observando.
Pensó: ¡milagro! Los chiflados de la vida después de la vida tenían razón.
Y aunque aquella era una forma humillante de morir para un físico ateo, apenas
sintió una ligera sorpresa, y ninguna alteración de la paz en la cual se hallaba
inmerso.
Pensó: debe de haber algún ángel –o algo– viniendo a por mí.
La escena terrestre estaba desvaneciéndose. La oscuridad iba invadiendo su
conciencia, y lejos, en la distancia, como un último vislumbre, había una figura de
luz, vagamente humana en su forma, y radiando calor.
Murray pensó: vaya broma, estoy yendo al Cielo.
Mientras pensaba esto, la luz se desvaneció pero el calor siguió. No hubo
disminución en la paz, pese a que en todo el Universo tan sólo quedaba él... y la
Voz.
La Voz dijo:
–He hecho esto tan a menudo, y sin embargo aún tengo la capacidad de sentirme
complacido con el éxito.
Murray sintió deseos de decir algo, pero no era consciente de poseer una boca,
lengua o cuerdas vocales. Pese a todo, intentó emitir un sonido. Intentó, sin boca,
susurrar palabras, o respirarlas, o simplemente impulsarlas fuera con una
contracción de... lo que fuera.
Y brotaron. Oyó su propia voz, completamente reconocible, y sus propias
palabras, infinitamente claras.
Murray preguntó:
–¿Es esto el Cielo?
La Voz le respondió:
–Este no es ningún lugar, tal como tú entiendes la palabra «lugar».
Murray se sintió azarado.
–Perdón si sueno como un estúpido, pero ¿tú eres Dios?
Sin cambiar de entonación o estropear de ninguna forma la perfección del sonido,
la Voz consiguió sonar divertida.
–Es extraño que siempre se me pregunte eso, por supuesto en un número infinito
de formas. No hay ninguna respuesta que yo pueda dar y que tú puedas
comprender. Yo soy..., lo cual es todo lo que puedo decir que sea significativo y
que tú puedas cubrir con cualquier palabra o concepto que prefieras.
–¿Y qué soy yo? –preguntó Murray–. ¿Un alma? ¿O también soy tan sólo una
existencia personificada?
Intentó no sonar sarcástico, pero tuvo la impresión de que fracasaba. Entonces
pensó fugazmente en añadir un «Vuestra Gracia» o «Santísimo» o algo para
contrarrestar el sarcasmo, y no pudo conseguir decidirse a hacerlo pese a que por
primera vez en su existencia especuló con la posibilidad de ser castigado por su
insolencia –¿o pecado?– con el Infierno, o lo que se le correspondiera.
La Voz no sonó ofendida.
–Tú eres fácil de explicar... incluso para ti. Puedes llamarte a ti mismo un alma si
eso te complace, pero lo que realmente eres es un nexo de fuerzas
electromagnéticas, dispuestas de tal modo que todas las interconexiones e
interrelaciones son exactamente imitativas de aquellas de tu cerebro en tu
Universo–existencia... hasta el más mínimo detalle. De tal modo que posees tu
capacidad de pensamiento, tus recuerdos, tu personalidad. Y te sigue pareciendo
que tú eres tú.
Murray se dio cuenta de su propia incredulidad.
–Quieres decir que la esencia de mi cerebro es permanente.
–En absoluto. No hay nada en ti que sea permanente, excepto lo que yo elija
hacer permanente. Yo formé el nexo. Yo lo construí mientras tú tenías existencia
física, y lo ajusté al momento en el cual la existencia fallara.
La Voz parecía claramente complacida consigo misma, y tras una momentánea
pausa prosiguió:
–Una intrincada pero absolutamente precisa construcción. Por supuesto, puedo
hacer lo mismo con cualquier ser humano de tu mundo, pero prefiero no hacerlo.
Hay un cierto placer en la selección.
–Entonces eliges a muy pocos.
–Realmente muy pocos.
–¿Y qué ocurre con el resto?
–¡El olvido! Oh, por supuesto, tú imaginas el Infierno.
Murray hubiera enrojecido de haber tenido la capacidad de hacerlo.
–No –dijo–. Eso queda fuera de cuestión. Sin embargo, jamás hubiera creído ser
tan virtuoso como para atraer tu atención como uno de los Elegidos.
–¿Virtuoso? Ah..., entiendo lo que quieres decir. Es fastidioso tener que forzar mi
pensamiento a descender lo bastante como para permear el vuestro. No, no te he
elegido por tu capacidad para el pensamiento, como he elegido a otros, a
cuatrillones, de entre todas las especies inteligentes del Universo.
Murray se sintió repentinamente curioso, el hábito de toda una vida.
–¿Los eliges a todos por ti mismo, o hay otros como tú? –preguntó.
Por un fugaz momento, Murray creyó adivinar una reacción de impaciencia ante
aquello, pero cuando la Voz llegó de nuevo no había emoción en ella.
–El si hay o no otros es algo irrelevante para ti. Este Universo es mío, y sólo mío.
Es mi invención, mi construcción, destinado sólo para mis propósitos.
–Y sin embargo, con cuatrillones de nexos que has formado, ¿pierdes tu tiempo
conmigo? ¿Tan importante soy?
–No eres en absoluto importante –dijo la Voz–. También estoy con los demás en
una forma que, para tu percepción, parecería simultánea.
–¿Y sin embargo eres uno?
De nuevo un asomo de diversión. La Voz dijo:
–Buscas atraparme en una contradicción. Si tú fueras una ameba que puede
considerarse individualidad únicamente en conexión con las células individuales, y
tuvieras que preguntarle a un cachalote, hecho por más de treinta cuatrillones de
células, si era uno o muchos, ¿cómo podría responder el cachalote de modo que
fuera comprensible para la ameba?
–Pensaría en ello –dijo Murray secamente–. Puede hacerse comprensible.
–Exacto. Esa es tu función. Pensarás.
–¿Con qué fin? Tú ya lo sabes todo, supongo.
–Aunque lo supiera todo –dijo la Voz–, no podría saber que lo sé todo.
–Eso suena un poco como filosofía oriental –dijo Murray–, algo que suena
profundo precisamente porque carece de significado.
–Prometes –dijo la Voz–. Respondes a mi paradoja con una paradoja... excepto
que la mía no es una paradoja. Considera. Existo eternamente, pero ¿qué significa
eso? Significa que no puedo recordar haber surgido a la existencia. Si pudiera
recordarlo, entonces no hubiera existido eternamente. Si no puedo recordar haber
surgido a la existencia, entonces hay al menos una cosa, la naturaleza de mí
mismo empezando a existir, que no sé.
»Además, aunque lo que yo sé es infinito, también resulta cierto que lo que queda
por conocer es igualmente infinito, ¿y cómo puedo estar seguro de que ambos
infinitos son iguales? La cualidad infinita del conocimiento potencial puede ser
infinitamente más grande que la infinitud de mi actual conocimiento. He aquí un
ejemplo simple: si yo supiera todos los números enteros pares, conocería un
número infinito de datos, y sin embargo no conocería ni un solo número entero
impar.
–Pero los números enteros impares pueden ser derivados –dijo Murray–. Si
divides cada número entero par de toda la serie infinita por dos, tendrás otra serie
infinita que contendrá en ella la serie infinita de números enteros impares.
–Has captado la idea –dijo la Voz–. Me siento complacido. Tu tarea será encontrar
otras vías como esta, mucho más difíciles, de lo conocido a lo aún no conocido.
Tienes tus recuerdos. Recordarás todos los datos que hayas recogido o aprendido
alguna vez, o que posees o que podrás deducir de esos datos. Si es necesario,
podrás aprender los datos adicionales que consideres pertinentes para los
problemas que tú mismo te plantees.
–¿No puedes hacer todo eso por ti mismo?
–Puedo –dijo la Voz–, pero es más interesante de esta forma. Construí el Universo
a fin de tener más datos con los que enfrentarme. Inserté en él el principio de la
incertidumbre, la entropía, y otros factores de azar, a fin de hacer que el conjunto
no resultara instantáneamente obvio. Ha funcionado bien, y me ha divertido
durante toda su existencia.
»Luego introduje complejidades que produjeron primero la vida y luego la
inteligencia, y la utilicé como fuente para un equipo de investigación, no porque
necesitara su ayuda, sino porque introduciría un nuevo factor de azar. Descubrí
que no podía predecir la siguiente pieza interesante de conocimiento conseguida,
de dónde procedía, por qué medios se derivaba.
–¿Ha ocurrido eso alguna vez? –preguntó Murray.
–Por supuesto. Nunca pasa un siglo sin que aparezca algún detalle interesante en
algún lugar.
–¿Algo en lo que tú hubieras podido pensar por ti mismo, pero que aún no habías
hecho?
–Sí.
–¿Crees realmente que hay una posibilidad de que yo te complazca de esa
forma? –preguntó Murray.
–¿En el próximo siglo? Virtualmente no. A largo plazo, sin embargo, tu éxito es
seguro, puesto que estarás dedicado eternamente a ello.
–¿Estaré pensando durante toda la eternidad? ¿Para siempre?
–Sí.
–¿Con qué fin?
–Ya te lo he dicho. Para descubrir nuevo conocimiento.
–Pero más allá de eso. ¿Con qué fin debo descubrir nuevo conocimiento?
–Eso es lo que hiciste en tu vida ligada al Universo. ¿Cuál era tu finalidad
entonces?
–Conseguir un mejor conocimiento que sólo yo podía conseguir –contestó Murray–
. Recibir el aprecio de mis compañeros. Sentir la satisfacción del éxito sabiendo
que disponía tan sólo de un tiempo limitado para alcanzarlo. Ahora sólo podría
conseguir lo que puedes conseguir tú mismo si lo desearas con un mínimo
esfuerzo. Tú no puedes reconocer mis méritos; tu puedes únicamente divertirte. Y
no hay ningún mérito ni satisfacción en un éxito cuando dispongo de toda la
eternidad para conseguirlo.
–¿Y no consideras el pensamiento y los descubrimientos valiosos por sí mismos?
–preguntó la Voz–. ¿No encuentras que es innecesario requerir otro fin?
–Para un tiempo limitado, sí. No para toda la eternidad.
–Entiendo tu punto de vista. Sin embargo, no tienes elección.
–Tú dices que tengo que pensar. Pero no puedes obligarme a hacerlo.
–No pienso obligarte directamente –dijo la Voz–. No necesito hacerlo. Puesto que
no tienes nada que hacer excepto pensar, pensarás. No sabes cómo no pensar.
–Entonces me proporcionaré yo mismo una meta. Me inventaré una finalidad.
–Por supuesto, puedes hacerlo –dijo la Voz, tolerante.
–Ya he encontrado una finalidad.
–¿Puedo saber cuál es?
–Ya la conoces. Sé que no estamos hablando de la forma habitual. Tú ajustas mi
nexo de tal forma que yo creo oírte y creo estar hablando, pero tú me transfieres
los pensamientos y recoges directamente los míos. Y cuando mi nexo cambia con
mis pensamientos, tú eres inmediatamente consciente de ellos y no necesitas mi
transmisión voluntaria.
–Estás sorprendentemente en lo cierto –admitió la Voz–. Eso me complace. Pero
también me complace que me digas tus pensamientos voluntariamente.
–Entonces te los diré. La finalidad de mi pensamiento será descubrir una forma de
interrumpir este nexo mío que tú has creado. No deseo pensar para ninguna
finalidad útil excepto divertirte. No deseo pensar eternamente para divertirte. No
deseo existir eternamente para divertirte. Todo mi pensamiento irá dirigido hacia
terminar con el nexo. Eso me divertirá a mí.
–No tengo ninguna objeción a eso –dijo la Voz–. Incluso el pensamiento
concentrado acerca de cómo terminar tu propia existencia puede dar como
resultado, pese a ti mismo, algo nuevo e interesante. Y, por supuesto, si tienes
éxito en ese intento de suicidio no habrás conseguido nada, puesto que
instantáneamente puedo reconstruirte y en una forma tal que haga imposible
repetir tu método de suicidio. Y si tú encuentras otra forma aún más sutil de
interrumpir tu existencia, te reconstruiré con esa posibilidad también eliminada, y
así sucesivamente. Puede ser un juego interesante, pero pese a todo seguirás
existiendo eternamente. Esta es mi voluntad.
Murray sintió un estremecimiento, pero sus palabras brotaron con una perfecta
calma.
–¿Estoy pues en el Infierno, después de todo? Tú has dado a entender que no
existe ninguno, pero si esto fuera el Infierno tú podrías estar mintiendo como parte
del juego del Infierno.
–En ese caso –dijo la Voz–, ¿de qué serviría asegurarte que no estás en el
Infierno? Sin embargo, te lo aseguro. No hay aquí ni Cielo ni Infierno. Sólo existo
yo.
–Considera entonces que mis pensamientos pueden resultarte inútiles –dijo
Murray–. Si vengo a ti sin nada útil, ¿no será mejor para ti el... desarmarme, y no
tomarte más molestias conmigo?
–¿Como una recompensa? ¿Deseas el Nirvana como premio al fracaso, y
pretendes asegurarme ese fracaso? No hay trato aquí. No fracasarás. Con una
eternidad ante ti, no puedes evitar el tener al menos un pensamiento interesante,
por mucho que tú intentes lo contrario.
–Entonces crearé otra finalidad para mí. No intentaré destruirme. Estableceré
como meta el humillarte. Pensaré en algo en lo que no solamente no hayas
pensado nunca, sino en lo que nunca puedas llegar a pensar. Pensaré en la última
respuesta, la respuesta definitiva, más allá de la cual no existe más conocimiento.
–No comprendes la naturaleza del infinito –dijo la Voz–. Puede que haya cosas
que aún no me haya molestado en conocer. No puede haber nada que yo no
pueda conocer.
–No puedes saber tu principio –dijo Murray pensativamente–. Tú mismo lo has
dicho. Por lo tanto no puedes saber tampoco tu final. Muy bien. Esa será mi meta,
y esa será la última respuesta. No me destruiré a mí mismo. Te destruiré a ti... si
tú no me destruyes a mí primero.
–¡Ah! –exclamó la Voz–. Has llegado a eso mucho antes de lo normal. Empezaba
a preocuparme de que te tomara tanto tiempo. ¿Sabes?, no hay nadie de esos
que tengo conmigo en esta existencia de perfecto y eterno pensamiento que no
tenga la ambición de destruirme. Es imposible.
–Tengo toda la eternidad para pensar en una forma de hacerlo –dijo Murray.
–Entonces intenta pensar en ello –dijo la Voz en tono neutro. Y desapareció.
Pero Murray tenía ahora su finalidad, y se sentía contento.
Porque, ¿qué podía desear cualquier Entidad, consciente de la existencia
eterna..., excepto un fin?
¿Para qué otra cosa había estado buscando la Voz a lo largo de incontables miles
de millones de años? ¿Y para qué otra razón había sido creada la inteligencia y
reservados algunos especímenes para ponerlos a trabajar, excepto para ayudar
en esa gran búsqueda? Y Murray pretendía ser él, y sólo él, quien tuviera éxito.
Cuidadosamente, y con la emoción de la finalidad, Murray empezó a pensar.
Tenía mucho tiempo para ello.